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OPINIÓN - VIERNES, 26 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El empeño por tapar las propias vergüenzas

El Gobierno de la Ciudad ha mostrado verdadera obsesión por cubrirse ante el vendaval de críticas que le han llovido en el caso Urbaser. Eso explica que Martínez se mostrara muy contundente al asegurar que no se ha pagado más de lo que decía el contrato, incluso que se había pagado menos, mientras al mismo tiempo pedía prudencia sobre el incumplido reiterado del contrato por parte de Urbaser y el pago indebido a la citada empresa.

Y llegados a este punto cabe preguntarse: ¿Qué intereses defiende el Gobierno de Vivas? Pues única y exclusivamente los suyos, en un intento desesperado de tapar sus propias vergüenzas que han quedado al descubierto. De manera que, si se abonó lo que decía el contrato en cuestión de amortizaciones sin comprobar las mismas, se benefició a Urbaser y, si esta empresa incumplió el contrato y se obvió, igualmente se favoreció a la adjudicataria del servicio de limpieza viaria. De una u otra forma, nunca se protegieron los intereses generales, con una conducta irresponsable de la que el erario público se ha visto perjudicado por la incapacidad de los responsables políticos y técnicos que debían salvaguardar los intereses de todos nosotros con mucho más celo. No lo hicieron y nos vemos en esta tesitura de achicar balones, como se diría en el mundo del fútbol.

Los desatinos han sido muchos, la negligencia ha campado a sus anchas y nuestros políticos han realizado una muy mala gestión de la cosa pública. Ahora se excusan en que reclamaran lo que nunca debieron dar, se amparan en argumentos a los que se recurren una vez descubierto el descontrol existente, pero no proclaman a los cuatro vientos su culpabilidad ni por asomo, ni siquiera piensan en pedir responsabilidades a nadie o en asumirlas ellos mismos. El sombrío panorama nos sitúa en un horizonte muy oscuro en el que no existe ni propósito de enmienda ni arrepentimiento por la mala conducta. Un pecado por el que no se pide la absolución.
 

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