El show arbitral ofrecido el pasado domingo sobre el césped
sintético del Alfonso Murube es una muestra más de dos
aspectos (ambos ampliamente conocidos ya, no son ningún
secreto); el primero de ellos, el complot a todos los
niveles, no solo arbitral, en contra del Atlético de Ceuta,
y en segundo lugar, la ineptitud, prepotencia y chulería de
los árbitros, quienes suelen creerse seres superiores al
resto de los mortales, complejo este alimentado, y de qué
manera, por las federaciones y comités de árbitros.
Es precisamente esto último lo más triste y preocupante del
asunto; el respaldo que reciben actuaciones arbitrales
lamentables. Me fascina como se reconocen ciertos errores
arbitrales, que sin embargo, quedan impunes, sin contemplar
lo más mínimo la posibilidad de corregir y/o subsanar las
consecuencias de esos equívocos.
El desequilibrado... perdón, el colegiado, encargado de
dirigir el último partido de los nuestros frente al C.D.
Alcalá, Nicolás Fernández Arjona, entiende de esto bastante,
ya que su actuación en Ceuta no ha sido la primera (y visto
cómo funciona el asunto, tampoco será la última), en la que
muestra su singular repertorio. En concreto, este árbitro,
se ha visto inmerso en varias situaciones lamentables, más
de las deseables y de las que se pueden considerar normal,
sin embargo, ahí está.
Una vez repasado algunas de sus actuaciones (solo basta con
introducir el nombre de este personaje en cualquier
buscador), nos podemos dar con un canto en los dientes
simplemente por el hecho de que el partido no haya sido
suspendido.
Fernández Arjona es capaz de mostrar, o más bien de informar
a viva voz, de una cartulina roja a todo un equipo completo,
anular el tiempo de descuento sin motivo, y un largo
etcétera de desvaríos similares.
Aún se puede rizar el rizo algo más en este asunto; una cosa
es que haya colegiados como el amigo Nicolás, que la lía
haya donde vaya (no se olviden, con el permiso y
consentimiento de federaciones y comités arbitrales), y otra
bien distinta es que se perjudique a un equipo obedeciendo a
ciertas instrucciones y/o órdenes cual mafia organizada.
En Ceuta estamos curados de espanto respecto a esto último,
aunque hay que reconocer que no somos los únicos
perjudicados; que le pregunten al Ontinyent, quien tuvo la
mala suerte de enfrentarse a un equipo como el Alcorcón, que
antes de disputarse el Play Off, ya había ascendido.
El caso del Ceuta es algo más dramático; a pesar de que no
deja de ser injusto, no es lo mismo toparte en el camino de
uno de estos equipos que tienen que ganar sí o sí, a ser tú
el equipo que no debe ganar.
En el primer caso, se conserva la posibilidad de lograr el
objetivo si tienes la suerte de no cruzarte en el camino del
enchufado de turno, pero si eres el conjunto al que hay
perjudicar, da exactamente igual el rival al que te
enfrentes, el lugar en el que se dispute el partido o el
esfuerzo realizado para llegar hasta ahí.
¿Puede ser aún peor? Claro que sí, cuando esa campaña para
liquidarte está dirigida parcialmente desde tu casa, como es
el caso del Atlético de Ceuta. Si el motivo son rencillas
personales o no, en cierto modo es lo de menos, ya que,
aunque más estúpido aún, el resultado es el mismo.
¿Solución? Ninguna; el fútbol hace tiempo que dejó de ser un
deporte, y si se trata de una categoría como la Tercera
División más aún. La Federación Andaluza, con el apoyo, o en
el mejor de los casos, ante el pasotismo de sus colegas en
esta orilla del estrecho, no va a permitir de ningún modo
que el Ceuta ocupe una plaza de Play Off en lugar de un
equipo andaluz. Habrá que esperar tiempos mejores, otro
momento en el que quien dirija el club caballa sea del
agrado de la federación y/o comité arbitral de turno.
* FútbolCaballa.Com
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