Aquí hay quienes juegan con cartas marcadas. O sea, que son
unos tramposos y van por la vida de legales, de
escrupulosos, sin descalificar a nadie, pero ellos mismos se
descalifican con su propia conducta. Hay muchos testigos y,
además, dispuestos a declarar, que Rafa Montero, editor de
“El Faro de Ceuta”, se ha interesado en los despachos
oficiales durante el último año sobre “¿cómo va mi
contrato?”, en referencia a las bases que iban a conformar
el pliego de condiciones para la adjudicación del contrato
de publicidad institucional a un solo medio escrito, a
diferencia del resto de emisoras de radio, televisiones y
periódico digital que seguirán recibiendo la publicidad
institucional que ya venían percibiendo
La excepción, en este caso, es contribuir al monopolio,
volver a los años de la pera y que sea “El Faro” el único
que percibe publicidad institucional con un contrato a
medida en lo que sería la mayor cacicada en época
democrática con Juan Vivas de protagonista. En pleno siglo
XXI, el Gobierno de la Ciudad con Juan Vivas de cacique
mayor del Reino, se proclama cómplice del monopolio más
absoluto en una sociedad de libre mercado, decantándose por
un medio escrito con una argucia dictatorial de confeccionar
un pliego de condiciones a medida.
“¿Cómo va mi contrato?”, significa hecho a su medida,
sentimiento de propiedad no oculto, interés por algo
prometido y cuyo cumplimiento quiere ver hecho realidad
cuanto antes.
“¿Cómo va mi contrato?”, significa una nueva modalidad,
llevada al ámbito empresarial del tan socorrido “¿qué hay de
lo mío?” del pedigüello que acude a los políticos para que
le coloquen según lo prometido.
“¿Cómo va mi contrato?”, significa una fórmula de “amaño”,
de traje a medida, de poca vergüenza con dinero público.
“¿Cómo va mi contrato?”, significa un “cambio político” de
Juan Vivas, ese adalid de la legalidad, de todo muy claro y
que ahora, de manera siniestra, se ha echado al monte,
poniéndose el mundo por montera y dejando en el camino su
crédito político y su honorabilidad de hombre recto. ¿Qué
puede haber detrás de tanta desfachatez? Ya lo sabremos y lo
publicaremos…
“¿Cómo va mi contrato?” decía el personaje con altanería y
como si tuviera derecho de pernada sobre el mismo. Sin
recato y ante testigos. ¿Cabe mayor poca vergüenza? “Hay que
poner la OJD?” decía también, para testimoniar el control de
difusión tan extraordinario de su periódico, con unos datos
que darán mucho que hablar. Tiempo al tiempo.
“¿Cómo va mi contrato?”, una frasecita que es tan grave, que
si es mentira le invitamos a que nos denuncie en el Juzgado
porque allí sí que habrá muchos que confirmaran los hechos.
Juan Vivas parece que ha puesto precio a su honorabilidad: 3
millones de euros. Si se culmina la adjudicación de
publicidad institucional al “Faro”, el presidente de la
Ciudad habrá manchado para los restos su nombre, quedando
como un títere de Rafa Montero. ¡Si éste es el Sánchez Prado
de la era moderna, apañados estamos!
Volver al monopolio en la prensa escrita, es convertir a
Juan Vivas y a su Gobierno en rehén eterno de Rafa Montero.
De momento, se relame pensando en 3 millones de euros por
cuatro años. Un ejemplo de “austeridad” que lleva implícito
el entreguismo de un Gobierno del Partido Popular salpicado
de sospechas y creído en la inmunidad informativa a cambio
de dinero público.
En plena democracia, con nuestro sistema de libertades más
que consolidado, Juan Vivas se retrotrae al pasado en el
ejercicio más antidemocrático que puede ejercerse como
dirigente político y quiere pasar a la historia de este
pueblo como el mayor cacique que se ha conocido. Un innoble
honor que es capaz de consumar si ejecuta lo que tiene “in
mente” y en vez de aplicar el artículo 20 de la Constitución
que consagra la libertad de expresión, le da una patada a
nuestra Carta Magna y en un ejercicio escatológico deposita
sobre ella todo lo que le sale del cuerpo.
Cualquier dirigente político que quiere silenciar la
libertad de expresión con métodos presuntamente
pseudomafiosos, no acaba bien. Y ha de olvidarse de pasar a
la historia con su prestigio intacto. Juan Vivas ha iniciado
un camino peligroso que no sabemos hasta dónde puede
llevarle. Solo los hechos y las conductas marcaran el
futuro.
Y ya que estamos con frases, habrá que recordar a Ricardo de
la Cierva cuando en plena transición política, hizo famosa
la frase “¡Qué error, qué inmenso error!” por la sorpresa
que supuso que Adolfo Suárez fuera presidente del Gobierno.
Pues bien, “qué error, qué inmenso error”, si Juan Vivas se
entrega en brazos de Rafa Montero. Acabará en la trituradora
del insaciable demandador de publicidad institucional. Un
títere que será mofa de todo el pueblo de Ceuta.
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