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OPINIÓN - LUNES, 22 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

¿Cómo va mi contrato?

Por Ramiro T.


Aquí hay quienes juegan con cartas marcadas. O sea, que son unos tramposos y van por la vida de legales, de escrupulosos, sin descalificar a nadie, pero ellos mismos se descalifican con su propia conducta. Hay muchos testigos y, además, dispuestos a declarar, que Rafa Montero, editor de “El Faro de Ceuta”, se ha interesado en los despachos oficiales durante el último año sobre “¿cómo va mi contrato?”, en referencia a las bases que iban a conformar el pliego de condiciones para la adjudicación del contrato de publicidad institucional a un solo medio escrito, a diferencia del resto de emisoras de radio, televisiones y periódico digital que seguirán recibiendo la publicidad institucional que ya venían percibiendo

La excepción, en este caso, es contribuir al monopolio, volver a los años de la pera y que sea “El Faro” el único que percibe publicidad institucional con un contrato a medida en lo que sería la mayor cacicada en época democrática con Juan Vivas de protagonista. En pleno siglo XXI, el Gobierno de la Ciudad con Juan Vivas de cacique mayor del Reino, se proclama cómplice del monopolio más absoluto en una sociedad de libre mercado, decantándose por un medio escrito con una argucia dictatorial de confeccionar un pliego de condiciones a medida.

“¿Cómo va mi contrato?”, significa hecho a su medida, sentimiento de propiedad no oculto, interés por algo prometido y cuyo cumplimiento quiere ver hecho realidad cuanto antes.

“¿Cómo va mi contrato?”, significa una nueva modalidad, llevada al ámbito empresarial del tan socorrido “¿qué hay de lo mío?” del pedigüello que acude a los políticos para que le coloquen según lo prometido.

“¿Cómo va mi contrato?”, significa una fórmula de “amaño”, de traje a medida, de poca vergüenza con dinero público.

“¿Cómo va mi contrato?”, significa un “cambio político” de Juan Vivas, ese adalid de la legalidad, de todo muy claro y que ahora, de manera siniestra, se ha echado al monte, poniéndose el mundo por montera y dejando en el camino su crédito político y su honorabilidad de hombre recto. ¿Qué puede haber detrás de tanta desfachatez? Ya lo sabremos y lo publicaremos…

“¿Cómo va mi contrato?” decía el personaje con altanería y como si tuviera derecho de pernada sobre el mismo. Sin recato y ante testigos. ¿Cabe mayor poca vergüenza? “Hay que poner la OJD?” decía también, para testimoniar el control de difusión tan extraordinario de su periódico, con unos datos que darán mucho que hablar. Tiempo al tiempo.

“¿Cómo va mi contrato?”, una frasecita que es tan grave, que si es mentira le invitamos a que nos denuncie en el Juzgado porque allí sí que habrá muchos que confirmaran los hechos.

Juan Vivas parece que ha puesto precio a su honorabilidad: 3 millones de euros. Si se culmina la adjudicación de publicidad institucional al “Faro”, el presidente de la Ciudad habrá manchado para los restos su nombre, quedando como un títere de Rafa Montero. ¡Si éste es el Sánchez Prado de la era moderna, apañados estamos!

Volver al monopolio en la prensa escrita, es convertir a Juan Vivas y a su Gobierno en rehén eterno de Rafa Montero. De momento, se relame pensando en 3 millones de euros por cuatro años. Un ejemplo de “austeridad” que lleva implícito el entreguismo de un Gobierno del Partido Popular salpicado de sospechas y creído en la inmunidad informativa a cambio de dinero público.

En plena democracia, con nuestro sistema de libertades más que consolidado, Juan Vivas se retrotrae al pasado en el ejercicio más antidemocrático que puede ejercerse como dirigente político y quiere pasar a la historia de este pueblo como el mayor cacique que se ha conocido. Un innoble honor que es capaz de consumar si ejecuta lo que tiene “in mente” y en vez de aplicar el artículo 20 de la Constitución que consagra la libertad de expresión, le da una patada a nuestra Carta Magna y en un ejercicio escatológico deposita sobre ella todo lo que le sale del cuerpo.

Cualquier dirigente político que quiere silenciar la libertad de expresión con métodos presuntamente pseudomafiosos, no acaba bien. Y ha de olvidarse de pasar a la historia con su prestigio intacto. Juan Vivas ha iniciado un camino peligroso que no sabemos hasta dónde puede llevarle. Solo los hechos y las conductas marcaran el futuro.

Y ya que estamos con frases, habrá que recordar a Ricardo de la Cierva cuando en plena transición política, hizo famosa la frase “¡Qué error, qué inmenso error!” por la sorpresa que supuso que Adolfo Suárez fuera presidente del Gobierno. Pues bien, “qué error, qué inmenso error”, si Juan Vivas se entrega en brazos de Rafa Montero. Acabará en la trituradora del insaciable demandador de publicidad institucional. Un títere que será mofa de todo el pueblo de Ceuta.
 

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