En la comparecencia de prensa de ayer, el portavoz del
Gobierno, Guillermo Martínez, cometió un lapsus que dejó las
luces encendidas: “Si hubiera habido connivencia con Urbaser
se hubiera podido amañar el concurso público para que
Urbaser se lo adjudicara”.
De acuerdo a lo explícitamente sostenido por Martínez, el
Gobierno no quiso amañar el concurso, lo que significa que
era posible amañarlo. Es decir, indirectamente ha
explicitado que los concursos públicos en Ceuta son
amañables.
A Guillermo Martínez le traicionó el subconsciente y en sus
denodados esfuerzos por defender lo que parece indefendible,
tuvo ese desliz que, lógicamente, provocó una pregunta de un
periodista al hilo del lapsus cometido: “Sr. Martínez, ¿cómo
se amaña un concurso público”.
Lo todavía más sorprendente es que en su respuesta,
Guillermo Martínez, lejos de rectificar, ahondó más en el
error, ya que sostuvo que “pues no lo sé, pero quiero
decirle que se hubiera podido buscar fórmulas o negociar o
plantear ...”
El doctor Sigmund Freud entendió al lapsus como expresión
involuntaria del inconsciente, que súbitamente revela una
verdad que el yo consciente busca ocultar. En este caso,
Guillermo Martínez pretendía defender la honradez del
Gobierno de Vivas y debido a un exceso de vehemencia,
queriendo protegerse acaba delatándose. Se le escapan las
palabras autoacusatorias, justo cuando quería blindar a la
gestión de su Gobierno. Esta pisada en falso constituye un
clásico de las patinadas, mostrando a qué grado los nervios
traicionan a quienes, estando frente al público, tienen algo
grave que esconder.
Los errores por descuido al hablar se suman a los “errores”
contables de diez años y ya son muchos fallos. El desatino
parece que se ha instalado en el Gobierno de la Ciudad que
no gana en los últimos días ni para sustos, ni para
disgustos.
El sobresalto de la Fiscalía es de órdago a la grande.
Desayunarse con ese “sapo” no es de buen gusto y, menos,
cuando se ha puesto en marcha toda la artillería política y
mediática para desacreditar lo que haga falta con los
métodos más burdos posibles. Sin ningún estilo y con
supuestos inventados que pretenden desacreditar la
honorabilidad del denunciante.
En la actualidad, con “amaños o sin amaños” el Gobierno
tiene un problema, un grave problema de 12 millones y medio
de euros, la mitad de lo que ha evadido Bárcenas a Suiza. Es
decir, una cantidad respetable, suntuosa, sabrosísima,
mareante y que ha de estar muy bien justificada, como se ha
de demostrar en vía judicial.
Al consejero de Economía y hacienda, lo que le ha caído es
un morlaco Miura que a ver cómo lo torea o si se lo lleva
por la taleguilla. Una cornada de 12 millones y medio de
euros a nivel político es una cogida en la mismísima femoral
y te puede mandar para el otro barrio o a cualquier sitio
nada bueno.
Un peligro incipiente que es para ponerse muy nervioso o
para que a alguno le diera un ataque de ansiedad. Desde
luego, con tantos millones bajo sospecha dan ganas de
esconderse bajo la manta, siempre que a Carracao no le dé
por seguir tirando de ella.
Demasiados «lapsus» que evidencian que el Gobierno,
sobrepasado por su propia impericia, no controla la
situación. Y creíamos que la palabra “amañar” estaba borrada
del diccionario del Gobierno de la Ciudad. ¡Qué ingenuos que
somos! Nunca aprenderemos…
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