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OPINIÓN - SÁBADO, 20 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

El grave lapsus de Guillermo Martínez

Por Ramiro T.


En la comparecencia de prensa de ayer, el portavoz del Gobierno, Guillermo Martínez, cometió un lapsus que dejó las luces encendidas: “Si hubiera habido connivencia con Urbaser se hubiera podido amañar el concurso público para que Urbaser se lo adjudicara”.

De acuerdo a lo explícitamente sostenido por Martínez, el Gobierno no quiso amañar el concurso, lo que significa que era posible amañarlo. Es decir, indirectamente ha explicitado que los concursos públicos en Ceuta son amañables.

A Guillermo Martínez le traicionó el subconsciente y en sus denodados esfuerzos por defender lo que parece indefendible, tuvo ese desliz que, lógicamente, provocó una pregunta de un periodista al hilo del lapsus cometido: “Sr. Martínez, ¿cómo se amaña un concurso público”.

Lo todavía más sorprendente es que en su respuesta, Guillermo Martínez, lejos de rectificar, ahondó más en el error, ya que sostuvo que “pues no lo sé, pero quiero decirle que se hubiera podido buscar fórmulas o negociar o plantear ...”

El doctor Sigmund Freud entendió al lapsus como expresión involuntaria del inconsciente, que súbitamente revela una verdad que el yo consciente busca ocultar. En este caso, Guillermo Martínez pretendía defender la honradez del Gobierno de Vivas y debido a un exceso de vehemencia, queriendo protegerse acaba delatándose. Se le escapan las palabras autoacusatorias, justo cuando quería blindar a la gestión de su Gobierno. Esta pisada en falso constituye un clásico de las patinadas, mostrando a qué grado los nervios traicionan a quienes, estando frente al público, tienen algo grave que esconder.

Los errores por descuido al hablar se suman a los “errores” contables de diez años y ya son muchos fallos. El desatino parece que se ha instalado en el Gobierno de la Ciudad que no gana en los últimos días ni para sustos, ni para disgustos.

El sobresalto de la Fiscalía es de órdago a la grande. Desayunarse con ese “sapo” no es de buen gusto y, menos, cuando se ha puesto en marcha toda la artillería política y mediática para desacreditar lo que haga falta con los métodos más burdos posibles. Sin ningún estilo y con supuestos inventados que pretenden desacreditar la honorabilidad del denunciante.

En la actualidad, con “amaños o sin amaños” el Gobierno tiene un problema, un grave problema de 12 millones y medio de euros, la mitad de lo que ha evadido Bárcenas a Suiza. Es decir, una cantidad respetable, suntuosa, sabrosísima, mareante y que ha de estar muy bien justificada, como se ha de demostrar en vía judicial.

Al consejero de Economía y hacienda, lo que le ha caído es un morlaco Miura que a ver cómo lo torea o si se lo lleva por la taleguilla. Una cornada de 12 millones y medio de euros a nivel político es una cogida en la mismísima femoral y te puede mandar para el otro barrio o a cualquier sitio nada bueno.

Un peligro incipiente que es para ponerse muy nervioso o para que a alguno le diera un ataque de ansiedad. Desde luego, con tantos millones bajo sospecha dan ganas de esconderse bajo la manta, siempre que a Carracao no le dé por seguir tirando de ella.

Demasiados «lapsus» que evidencian que el Gobierno, sobrepasado por su propia impericia, no controla la situación. Y creíamos que la palabra “amañar” estaba borrada del diccionario del Gobierno de la Ciudad. ¡Qué ingenuos que somos! Nunca aprenderemos…
 

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