A la vista de la situación, la pregunta ahora del millón es
cuántos casos más hay similares al del contrato de
amortización de maquinaria de Urbaser. Un desastroso
procedimiento que nos lleva a cuestionarnos muchas conductas
y que hacen pensar mal, por aquello del dicho “piensa mal y
acertarás”. Las cortinas de humo que se quieren expandir por
doquier para disimular lo que es un escándalo con mayúsculas
no hacen mas que avivar el fuego de la desconfianza y en la
calle, ya son muchos los ciudadanos que están creando un
estado de opinión acerca de este asunto. Y son muchos
también, los que se percatan de los comportamientos de unos
y otros, de quienes buscan taparlo todo o de quienes ponen
los acentos donde corresponden.
Todos los caminos nos llevan a un mismo lugar. Por tanto,
habrá que preguntarse también: ¿Cuántos más errores de esta
naturaleza puede haber? Lo cierto es que este craso error ha
cuestionado y puesto en duda el funcionamiento del
Ayuntamiento, ya que si el mayor contrato que tiene la
Ciudad presenta estas anomalías, habría que plantearse
cuántos más contratos menores se encuentran en idéntica
situación y qué tipo de descontrol es el que prevalece en
esta institución pública, donde nadie es capaz de pedir
responsabilidades.
Estas prácticas inducen a pensar que se podría sospechar de
otros pagos “indebidos”, donde la figura del interventor
queda muy mal parada, porque es un funcionario puesto a dedo
en el cargo, que depende de la voluntad del Gobierno el
mantenerse en él cobrando los emolumentos que habría de
percibir un funcionario de carrera habilitado especial por
concurso nacional y, a la vista está, que no pone reparos a
estas situaciones escandalosas y que no es capaz de
fiscalizar un contrato de esta naturaleza.
Una situación tremendamente bochornosa, increíble, más que
sospechosa y, desde luego, inadmisible en una Administración
seria con unos políticos serios y unos procedimientos
ajustados a la ley.
Las componendas de que “ahora veo esto a ver si lo cambio o
encargo un informe” o mil gaitas exculpatorias, es tan
vergonzoso como tratar de vilipendiar al secretario general
del PSOE, intentando lapidarlo mediáticamente con la
desvergüenza que solo unos desaprensivos inútiles políticos
son capaces, para salvar su propia mediocridad.
Aquí, lo que se está analizando es un proceder erróneo,
inadecuado, con millones de euros en juego ni más ni menos.
Y alguien ha de pagar por ese error. Las cortinas de humo,
las falacias, las demagogia, no valen. Hay que dar la cara y
hacerlo con gallardía. Claro, que para eso hay que ser muy
íntegro y aquí, en nuestros políticos, se adolece de esto y
de valentía para asumir las situaciones adversas. El
botafumeiro les ha aturdido.
Habrá que reciclarse, acostumbrarse a cuando pintan bastos y
no embriagarse de autocomplacencia o de considerar que están
por encima del bien y del mal. Han de poner los pies en la
tierra para tomar conciencia de estos errores que les sitúan
en el escaparate de la vergüenza pública y del bochorno.
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