El último apedreamiento sufrido
por un autobús de la empresa Hadú-Almadraba, supone una
constante en la barbarie que algún vándalo se empeña en
avivar cada cierto tiempo, en una zona donde hay tal nivel
de delincuencia, que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado son mal vistas, en la que se requiere una acción de
seguridad contundente y en donde hay que extirpar la “mala
hierba” que altera la convivencia y provocan el aislamiento
de los buenos vecinos de esta zona, ya que la empresa de
autobuses, ante la temeridad que supone circular bajo
amenaza de apedreamiento, interrumpe con cierta frecuencia
el servicio.
Ni los vecinos del Príncipe ni la buena gente se merecen que
un grupo de delincuentes desaprensivos se erijan en los amos
de una zona en la que ha de prevalecer la seguridad y la
convivencia pacífica. Quienes pretende hacer de la barriada
del Príncipe algo distinto, aislado, constituirla en
territorio Comanche, están muy equivocados, porque la
policía ha de velar por restablecer el orden cueste lo que
cueste. Quienes no sirven para vivir en sociedad no puede
alterar el orden a golpe de pedrada.
La barbarie exige medidas contundentes y rápidas. No se
puede permitir que un servicio público sufra una emboscada
de este calibre y que los usuarios o el propio conductor,
pongan en peligro su integridad física. Este desatino no
puede concebirse desde un punto de vista legal ni social.
Tampoco una empresa está para sufrir destrozos en sus
autobuses ni sobresaltos sus empleados a causa de estos
apedreamientos. A quienes no estén por vivir en sociedad
habrá que enviarlos a la cárcel.
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