El Juzgado del lo Penal número dos acogió ayer un juicio
contra B.A.M. por un delito de robo y conducción temeraria.
El acusado alegó que el día de los hechos se encontraba de
baja con la pierna escayolada porque se había roto la tibia
estando de servicio. Además, su abogada quiso destacar el
hecho de que el hombre era propietario de una moto, por lo
que no tendría sentido que robara una. Sin embargo, los
agentes de Policía Local lo reconocieron como el autor de
los hechos.
El 14 de mayo de 2009, una patrulla de la Policía Local que
se encontraba en el Príncipe observó como por la vía
principal de la barriada bajaba una moto con dos hombres sin
casco y a gran velocidad. Al ver a los agentes, el conductor
del ciclomotor dio media vuelta y se dio a la fuga, pero los
policías le siguieron y se pusieron a su altura. Justo en
ese momento, la moto y el vehículo chocaron, y los dos
pasajeros de la moto salieron corriendo hacia el monte. Los
agentes no pudieron perseguir a los hombres y se quedaron
con la moto, que más tarde fue reclamada por su dueño que
había denunciado el robo de la misma. Esta es la versión que
ofrecieron ayer los dos agentes de la Policía sobre los
hechos en el juicio contra el presunto conductor, B.A.M. que
se celebró ayer en el Juzgado de lo Penal número dos.
Momentos antes, el acusado negaba haber conducido la moto y
para ello mostraba la baja en la que figuraba que dos días
antes había sufrido una rotura de tibia por la que fue
escayolado. A B.A.M. se le imputa un delito de hurto por el
que la Fiscalía solicita una pena de multa de 3.240 euros y
otro de conducción temeraria por el que se pide para él un
año de prisión y tres años de retirada del carné de
conducir.
La defensa quiso demostrar en el juicio que el acusado no
pudo darse a la fuga por el monte con la pierna escayolada,
como reconocieron los propios policías locales, y además
destacó que su patrocinado era propietario de una moto en el
momento de los hechos para desvirtuar los motivos por los
que se hubiera podido producir el robo. Además, la abogada
señaló que el acusado había participado días antes en la
venta de la moto robada, que había pertenecido a su primo y
que el utilizaba habitualmente, a un compañero del cuartel
donde trabajaba.
Por su parte, los agentes, reconocieron sin ningún género de
dudas al acusado. Ambos aseguraron que lo conocían de vista
ya que son agentes de Tráfico. Uno de ellos también señaló
que le había parecido ver cojear al acusado durante su fuga
y señaló que se había dejado un zapato enganchado en la moto
antes de huir.
La defensa, que solicitó la absolución del acusado,
argumentó que la identificación de los agentes se pudo deber
a una confusión de fisionomía y defendió que la palabra de
estos no puede ser una “prueba de cargo suficiente”, ante la
realidad de que su cliente estaba escayolado.
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