Hace ya mucho tiempo que se me
ocurrió decir que Juan Luis Aróstegui padece de
bovarismo (de Madame Bovary). Estado de
insatisfacción debido al desajuste entre la alta concepción
de sí que tienen algunas personas y sus condiciones reales.
La persona que sufre de bovarismo puede llegar a ser
peligrosa. Es lo que le he oído decir a psicólogos de no
poco prestigio. Sobre todo cuando no se resigna a aceptar su
falta de capacidad para lograr los objetivos que se propone.
Aróstegui, cuyos fracasos como político son harto conocidos,
nunca ha sido capaz de reconocer que los ceutíes no lo
quieren. No lo quieren ver ni en pintura. Cae mal. Muy mal.
Y muchos son los ciudadanos que, cuando se menciona su
nombre, ponen cara de asco y se niegan a seguir hablando de
él.
Cuando ello ocurre ante mí, siento lástima de Juan Luis.
Lástima infinita; porque entiendo que debe ser muy duro
tener que soportar el desprecio de tantos ciudadanos. Gente
que lo aborrece y que no duda en demostrarlo cuando acude a
las urnas.
De hecho, Aróstegui, furibundo enemigo de los musulmanes
ceutíes, tantas veces propalado por él, se vio obligado a
unirse a Mohamed Alí para obtener un escaño de
concejal. Con el fin de poder participar en el gobierno
junto a nuestro alcalde. Que es la mejor manera de
convertirse en su asesor principal. Con tanto poder como
para hacer posible que el PP se pueda ir rompiendo a paso de
legionario.
Aróstegui presume de conocer perfectamente las debilidades
de nuestro alcalde. Y hasta se jacta de airear que él las
explota cuando le son necesarias. Y lleva ya tiempo
intentando que se vea a Vivas como enemigo acérrimo
de Francisco Márquez y, sobre todo, de Francisco
Antonio González.
En ese divide y vencerás entre cargos de los populares, que
lleva practicando con más vehemencia que astucia, el líder
de Caballas está pisando terrenos peligrosos y que pueden
costarle un disgusto morrocotudo. Porque Ceuta, por muy
pequeña y marinera que sea, goza de una importancia
geoestratégica que obliga a todo español, de verdad, a no
ser remedo de Lawrence de Arabia.
Remedar a Lawrence de Arabia, con ser un inconveniente
enorme, es aún más pasable que propalar, por ejemplo, que
las carencias físicas del Delegado del Gobierno lo hacen
presa fácil de las críticas negativas. Ya que las
preocupaciones de cierto padecimiento de Pacoantonio le
impiden estar a la altura de las circunstancias. En román
paladino: que el Delegado del Gobierno debe ser atacado en
todo cuanto haga y diga para que, cuanto antes, decida darse
el piro. Ya que no está capacitado físicamente para soportar
debates de mal estilo. Enfrentamientos a cara de perro.
Cierto es que para acometer semejante tarea el sindicalista
necesita estar apoyado por alguien del PP. De no ser así, le
sería imposible llevar a la práctica su plan. Un plan que ya
debería conocer nuestro alcalde. Puesto que él y Aróstegui
se reúnen un día a la semana para tomar decisiones
importantes.
La última decisión importante que han tomado, quizá, ha sido
la de elegir los insultos que convendría dedicarle al
Delegado del Gobierno por impedir que la gente se salte la
ley a la torera. Y el resultado es canallesco: Aróstegui ha
calificado a Pacoantonio de ignorante, indecente, mezquino,
etcétera.
Nuestro alcalde, aunque es soberbio ante el consejo gratis,
debería salir cuanto antes a la palestra. Poniendo los
puntos sobre las íes.
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