No quisiéramos que pareciera eso
la Ceuta de hoy, pero no hay más que echar un vistazo a los
sucesos que se vienen dando en los últimos meses, para
empezar a sospechar que algo se está quedando tan atrás que
no se ha puesto a la altura del siglo XXI.
Y desde hace ya varios meses no me vale eso de que se trata
de hechos aislados. Eso no cuela ya y quien lo tilda de
hechos esporádicos es aquel o aquellos que debieran cortar
de raíz esta lacra que tanto viene creciendo.
En los últimos meses se han venido sucediendo una larga
serie de altercados que podemos considerar, por lo menos,
como alarmantes, si es que no graves, de verdad.
La relación, a día de hoy, sería muy larga, con robos,
incluso a punta de pistola, coches quemados, apedreamientos
a la policía o a los bomberos y un largo etc, que no
termina.
El vandalismo se va apoderando, día a día, del tono normal
de la Ciudad y no vemos un gesto positivo que frene todo
esto.
Uno quisiera creer que se han puesto todos los medios para
romper, definitivamente, estas situaciones, pero si nos
remitimos a los hechos, creo que aquí están fallando alguna
o algunas de estas tres premisas: querer, saber o poder, con
lo que no es extraños que ya días pasados, en esa auténtica
pantomima que representa “el debate sobre el estado de la
Ciudad”, alguien llegara a decir, desde la oposición, que
los ciudadanos están sobrecogidos por los actos vandálicos.
Y las cosas son así, porque ya me dirán qué tipo de
seguridad tendremos, cuando mientras se disputaba un simple
partido de fútbol, la moto del presidente de uno de los dos
club en litigio fue quemada.
Esto se ha escapado o se está escapando de las manos y nadie
tiene la dignidad de decir “con esto no puedo, tengo que
dimitir”.
Porque hay una serie de actos vandálicos que, desde hace ya
bastantes meses, se dan con tanta frecuencia que empiezan a
parecer algo habitual. Y eso no puede seguir así.
Los 18 kilómetros cuadrados que tiene Ceuta, a pesar de que
haya dificultades y otras muchas cosas que cuidar, son tan
poca cosa que con la policía que hay aquí pueden ser
controlados perfectamente.
Claro que luego viene la contrapartida y es que a esos
profesionales policiales, que saben lo que hay que hacer y
como atajarlo, no siempre se les da todo lo necesario para
que lo atajen.
Hace muy pocos días, hablaba yo con un guardia civil que
acababa de poner los pies en Ceuta y que tenía todo el
corte, como lo tiene la Guardia Civil, de ser un profesional
de los pies a la cabeza, y aunque él no podía decir todo lo
que pensaba, sí tenía muy claro que, por ejemplo, la Guardia
Civil, dejando que fuera la Guardia Civil, no se dejaría
apabullar por ningún grupo de los que andan sueltos por ahí.
Más lejos no podía llegar, ni yo se lo pedí. Pero lo que sí
pediría a quien tiene el poder máximo en la Ciudad sobre la
seguridad, es que se dé la tolerancia cero para todo este
tipo de violencia, que está asolando la Ciudad, en
determinados momentos y lugares.
Y uno, mucho menos quien ostenta el cargo de máxima
responsabilidad en la seguridad, no puede mirar para otro
lado, cuando surgen problemas de este tipo. Tolerancia cero,
sin más, o llegará un momento, no muy lejano, que esos, los
más violentos, sean los que marquen las líneas de
convivencia en Ceuta cosa que huele ya a podrido. Eso no
sería lo más potable, por lo que si alguien no se ve con
fuerzas para poder atajar toda esta situación, con dimitir y
dar paso a otro está todo servido. Ahora hay remedio, más
tarde, quizás, no.
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