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OPINIÓN - MARTES, 16 DE ABRIL DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

El paro incesante
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hablo con alguien que acaba de cumplir 45 años. Su llamada ha sido para decirme que lleva ya más de un año en el paro y que dentro de unos meses dejará de cobrar el subsidio correspondiente. Tras relatarme su situación, tiene mujer y dos hijos, me ruega que haga todo lo posible por recomendarle a algún empresario conocido por mí.

Mi amigo vive fuera y en sitio donde escasea el trabajo. Y lo primero que se me ocurre decirle es que la situación laboral de Ceuta es pésima. Ya que la construcción se ha ido diluyendo a ritmo acelerado. Y el sector terciario no da para más.

Tras colgar el teléfono (después de varios minutos de charla, tratando por todos los medios de ser el receptor más sensible a los problemas de quien me ha elegido para que le proporcione al menos un rayo de esperanza, en su delicada situación), se me parte el alma. Siento esa pena honda de quien poco puede hacer por ayudar a una persona que desea trabajar y no encuentra tajo.

45 años es una edad extraordinaria. A pesar de que los cuarenta nunca tuvieron buena crítica. Por razones que no vienen al caso contar y que tendrían su razón de ser, sin duda alguna, cuando la gente la diñaba muy pronto. Ahora, debido al espectacular aumento de vida que venimos disfrutando, desde hace ya bastantes años, con una esperanza de cumplir 80 años, y en vista de que el objetivo ya no es la felicidad en el “más allá” sino la dicha “aquí abajo”, lo que cuenta es la salud del cuerpo para poder entregarse de lleno al trabajo y a holgar en la medida que cada cual lo desee y pueda.

Nunca me cansaré de repetir la tragedia que se instala en la casa de quien se queda sin empleo. Lo del pánico que invade al parado es un drama que sólo puede compartir el que haya vivido semejante situación. Un parado es un ser que, a medida que transcurre el tiempo, va sumando pesar, va sintiendo una angustia indescriptible, y su inquina contra todo lo establecido va aumentando sin solución de continuidad.

El empleo: cuántas veces habré oído decir que el umbral de un millón y medio de parados sería intolerable. Y resulta que ya estamos en casi seis millones, y sin embargo aún no ha explotado la calle. Lo cual demuestra que los españoles siguen siendo reacios a la violencia.

Que atrás quedaron los tiempos en que los jóvenes activistas radicales, jóvenes que vivían en condiciones precarias, sin esperanza de un porvenir mejor, veían en la violencia el arma ideal con que sacudir los cimientos de la sociedad. Aquellos que no tuvieron el menor empacho, empujados por las necesidades, de lanzar su desesperada protesta contra los símbolos de la burguesía. Y que propiciaron enfrentamientos de desolación y muerte entre partes de ideales opuestos.

Ahora bien, al paso que vamos, donde la clase media no deja de ser industria que produce pobres y más pobres, y los ricos son cada vez más ricos, y la corrupción no cesa, y los gobernantes no aciertan en su cometido, y las instituciones no son ejemplares, volverán a surgir los héroes armados de un bando y de otro. Y se armará un lío…

De momento, la derecha, por medio de ‘La Razón’, les ha dicho a los suyos que corren peligro. “Que el objetivo de los violentos es un Estado ingobernable”. Rajoy, mientras tanto, le ha regalado al Papa la joya de la corona: una camiseta de la selección española. “Panem et circenses”. Literalmente: “Pan y circo”.
 

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