En los últimos meses han venido teniendo lugar en Ceuta una
serie de graves altercados que ponen de relieve una realidad
palpable: nuestra sociedad está abandonando una serie de
valores. Coches quemados, robos a comerciantes, atracos ‘a
punta de pistola’, apedreamientos a policía y bomberos, etc.
Como decía Mohamed Alí en el pasado Debate del estado de la
Ciudad, “los ciudadanos están sobrecogidos por los actos
vandálicos”.
Ayer le toco sufrir el vandalismo al deporte ceutí, como
informamos en nuestra sección de deportes.El penúltimo
episodio de los actos violentos fue el incendio, ayer, de la
moto del presidente del Atlético de Ceuta, José Gil,
mientras se disputaba un partido de la Regional Preferente
de Ceuta, a las puertas del estadio ‘José Benoliel’. También
se produjeron incidentes dentro del recinto deportivo, como
en tantas otras ocasiones.
Así las cosas, es tarea de todos –desde las instituciones
públicas y privadas–, promover un rearme ético sin
sucedáneos que nos haga una sociedad más sana. En muchas
ocasiones se ha dicho, incluso en el seno de la Federación
de Fútbol de Ceuta que la Regional no tenía futuro si no se
extirpaba la edad de esas “viejas glorias” que a falta de
recursos futbolísticos “la liaban”. Sin embargo, en este
pueblo, al margen de la edad, todos sabemos quiénes las lian
y quienes provocan los actos vandálicos. No hay que decirlo:
están en la mente de todos.
Unos actos vandálicos que, en los últimos tiempos, son
desafortunadamente demasiado habituales en diversas zonas de
la ciudad. Y cuando en el deporte se habla de la “no
violencia” de luchar contra el racismo, hete aquí, que en
Ceuta no falta quien es capaz de incendiar una moto a plena
luz del sol, mientras se disputaba un partido de la liga de
Regional entre el Atlético de Ceuta y el Sporting de Ceuta.
En este caso, resulta obvio que, quien protagonizara la
acción, conocía la identidad del propietario de la moto y no
fue un incendio casual. Siendo el presidente del Atlético de
Ceuta, resulta evidente que no procede el protagonismo de
tan deleznable acción de su propio equipo. Sin embargo, una
vez más, quienes se esconden en el anonimato para ejercer
acciones de esta naturaleza, aún tienen la osadía de hacerlo
a plena luz del día.
Conocíamos las agresiones dentro del terreno de juego y
fuera de él a los árbitros, incluso deterioros a vehículos
de colegiados, pero hasta ahora, los directivos o
presidentes, no habían sido objeto de esta barbarie. Muchos
nos tememos que se están pasando los límites, cruzando la
línea roja –como ahora dicen algunos-, para adentrarnos en
un terreno mas que peligroso.
La Federación de Fútbol de Ceuta debería reflexionar sobre
el nivel delictivo en esta categoría de Regional con la
violencia que se ha venido ejerciendo hacia los árbitros y
las agresiones que se producen en el terreno de juego, y
ahora también fuera. No se puede mirar para otro lado cuando
se producen actos de esta naturaleza.
Nuestras autoridades, deportivas y políticas, no pueden
permanecer impasibles ante este tipo de barbaries, ya que si
no se actúa, pudiera darse la ley de la selva, es decir, la
ley del más fuerte o la ley del Talión, “ojo por ojo y
diente por diente”, de manera que el daño producido ha de
corresponderse con el castigo aplicado.
Tolerancia cero para la violencia de todo tipo. Una máxima
que nuestras autoridades han de aplicar a la máxima urgencia
antes de que se conviertan nuestras calles en lugares
intransitables o, los violentos, se crean los dueños de la
ciudad. Por ello, se requiere máxima dureza para extirpar
este “cáncer” que quiere extenderse. A no ser que algún día
se origine una réplica que sea también brutal y de la que
tengamos que lamentar sus consecuencias. No se infravalore a
la mayoría silenciosa que puede convertirse en una
muchedumbre terrorífica.
Llega el momento de reflexionar y de plantearse si éste es
el modelo de sociedad en el que queremos vivir. Porque lo
cierto es que una sociedad sin valores es una sociedad sin
futuro.
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