Y, naturalmente, llega el momento
de la sensatez y la austeridad, como no podía ser de otra
forma, aunque los mismos que propugnan esta austeridad, no
hace mucho, especialmente, mirando a gentes de su mismo
grupo, no tenían inconveniente alguno en gastar incluso lo
que no tenían.
Y Guillermo Martínez, uno de los pocos, yo diría que el
único, de verdadera talla entre los que rodean al alcalde,
porque los demás si me dan a elegir no me quedo con ninguno,
digo que Martínez señala que “el ahorro se debe al
compromiso de todos por reorganizar los servicios”.
Me parece correcta la interpretación de Guillermo Martínez,
pero ese “todos” que él cita no sé con qué intención va, si
con los que quedan muy cerca de él, sin que sean de su
agrado, si con los que están en la oposición, que los hay de
todos los pelajes, o si mirando al “tendido” de la Ciudad
donde más de uno, por volver a los términos taurinos, ha
empezado a sacar el pañuelo verde que pide la “devolución a
los corrales” del burel que no sirve, o puestos en la calle
a las formas de llevar los números y sus gastos.
La Ciudad, dicen que, reduce un 85% del gasto de horas
extraordinarias en tres años y eso me parece mucha
reducción, salvo que en tiempos pasados y no muy lejanos,
esas horas extras fueran un plus especial enmascarado con
trabajos en tiempos que no hacían falta.
Cómo se nota que todos aquellos fondos que venían de fuera
han dejado de venir, y cómo se nota que, en aquellos
momentos, el despilfarro se llevaba a cabo con el
beneplácito de todos.
Ahora han llegado los momentos de las vacas flacas y como
eso de la multiplicación de los panes y los peces no fue más
que un mito achacable, únicamente, a Cristo, los demás y
menos en la Ciudad de Ceuta con tres peces no pueden dar de
comer a una docena de visitantes.
¡¡Quien os ha visto y quien os ve!!, podríamos decir a las
altas esferas, con más o menos estatura, de la Ciudad.
La Administración local ha pasado de pagar 293.000€, en
concepto de horas extras, en el primer trimestre de 2010 a
abonar 4391€ entre enero y marzo de este ejercicio.
Estos números lo dicen todo, y no por lo que respecta a
ahora, sino por lo que se “tiraba” entonces, con esa
“dignidad” y prepotencia que ha caracterizado y ya
caracteriza menos a la Santa Casa Madre.
En tres años, la reducción de un 15% nos hubiera parecido un
disparate, pero que esa reducción haya sido del 85% nos pone
de manifiesto que hemos pasado de un sistema de manirrotos a
una situación que quiere parecer de ambiente normal, sólo
eso.
Esa reducción del 85%, además, ha sido en horas extras y
habrá que preguntarse o a como se pagaban esas horas, o
cuantas horas se hacían y dedicadas a qué, en aquellos
tiempos, además de quienes eran los que hacían tantas horas
o tales horas.
Y aquí queda cogido entre la espada y la pared Guillermo
Martínez, cuando no hace alusión a que antes se haya
despilfarrado el dinero y lo disfraza con una de esas frases
que no dicen nada o que dicen lo que cada uno quiera
interpretar:”se debe a un compromiso de administración y
trabajadores por reorganizar los servicios y mejorar la
eficiencia”. Lo dicho, que cada uno saque sus propias
conclusiones, pero que aunque tenga la oportunidad no
contrate a ninguno de los que hizo tantas horas o cobró
tanto por ellas, pero que tampoco ponga al frente de sus
empresas a los que han tolerado esto.
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