Comida en la terraza del Hotel La
Muralla. Donde acudimos varios amigos a la búsqueda del menú
del día anunciado. Precio adecuado a las economías modestas.
Los rumores procedentes del jardín nos proporcionan sosiego.
Somos cuatro comensales. Es martes, 9 del mes que corre.
Cuando comienza la larga plática de sobremesa, la
tranquilidad se va convirtiendo en inevitable ofuscación de
voces y temas; uno de los presentes saca a relucir mi
columna del día anterior, dedicada a Francisco Márquez.
Extraña cohabitación era su título.
Lo hace para preguntarme si yo creo de verdad que nuestro
alcalde y Juan Luis Aróstegui forman un tándem que
hace y deshace en todos los sentidos en esta ciudad. Mi
respuesta es que sí. Que mantengo lo que vengo diciendo
desde hace mucho tiempo. Que el líder de Caballas es el
segundo de a bordo del gobierno local.
El cual se reúne todas las semanas con Vivas para acordar
muchas decisiones que luego se aprueban mediante mano alzada
por concejales acostumbrados a decir amén, aunque sepan que
están sometidos a la voluntad de un sindicalista que, además
de despreciarlos, no se corta lo más mínimo en propalar que
forman un grupo de incompetentes. Yo no los tendría, añade
en ocasiones, ni de bedel en mi colegio.
Y es entonces cuando saca su ramalazo de misoginia y
arremete contra las concejales. Y ya os podéis imaginar lo
malparadas que salen todas ellas. La de veces que se les
habrán caído objetos de las manos a Yolanda Bel,
Mabel Deu, etcétera. Con quien no se atreve es con
Gregorio García Castañeda. ¿Por qué será? Habría que
preguntárselo a éste, y dada su forma de ser extrovertida,
no tengo la menor duda de que daría la respuesta adecuada.
Tras mi larga intervención, otro comensal, que es votante
del PP, quiere saber si Francisco Márquez es consciente de
que nuestro alcalde y Aróstegui forman una pareja tan bien
avenida como para que hayan llegado a entenderse con sólo
intercambiar una mirada.
Y le digo que sí. Que Francisco Márquez está al tanto de
cuanto viene aconteciendo desde hace mucho tiempo. Es más,
él sabe perfectamente que Aróstegui se la tiene jurada y,
por tanto, no ceja en su empeño de insistirle a Vivas en
cómo debe seguir cavándole la tierra bajo los pies, porque,
según Aróstegui, lo que trata es de convertirse en candidato
a la alcaldía.
Le toca el turno a la cuarta persona que aún no ha dicho ni
una palabra en el tejido brumoso de una conversación de
sobremesa, con sus diversas entonaciones, gestos, titubeos,
miedo al silencio. Y lo hace de preguntando: “¿Tú crees,
Manolo, que Márquez, de quien Pacoantonio dijo,
días atrás, que era capaz de hacer cualquier carrera en un
año, prueba evidente de que es persona inteligente, no
tendrá en Madrid vía directa con quien desea saber si es
verdad que Aróstegui le tiene comida la sesera a nuestro
alcalde?”.
Por supuesto que sí. Y continúo hablando. Mira, Fulano, día
llegará en que Márquez diga a voz en grito que Aróstegui
-Lawrence de Arabia- y Mohamed Alí rivalizan en
demostrar cuál de ellos está más preparado para tutelar a la
comunidad musulmana.
Quienes me oyeron predecir lo reseñado en el párrafo
anterior, se habrán dado cuenta de que no andaba yo
descaminado. Eso sí, el sábado le faltó decir a Márquez que
hay que tener cuidado con Aróstegui. Mucho cuidado. Y, desde
luego, pedir ayuda para salvar a nuestro alcalde de tan
dañino hermanamiento.
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