En el momento más bajo de popularidad y de apoyo ciudadano,
Juan Vivas tiene un “cartucho” preparado para salir airoso y
con una ficticia encuesta “fabricada” a su medida y cuyos
resultados ya conocemos: ni la crisis económica, ni las
millonadas de facturas que dormían el sueño de los justos en
los cajones, ni los recortes de sueldos y pérdida de la paga
extraordinaria de Navidad a los funcionarios y personal
laboral, ni tantas otras cosas, harán mella en la imagen y
notoriedad de nuestro gran prócer, Juan Vivas.
Así lo hemos podido saber de manera confidencial: se ha
fabricado una encuesta a su medida (no en dimensión sino a
su imagen y semejanza) para “demostrar” que sigue indemne a
cualquiera de los avatares que ya habrían acabado con el
prestigio de cualquier político.
Juan Vivas, el que antaño decía que no quería salir mucho en
las fotos, que pecaba de cauto y modesto, quiere ahora ver
su figura estirada, alargada y sobredimensionada. No en vano
corren tiempos difíciles para él, aunque a cambio de favores
inconfesables (por ahora), siempre encuentra algún cómplice
para hacer valer su ego.
En este caso, hay un medio de comunicación preparado para
“lavar su imagen” a cambio de ya sabemos qué. Estos favores
nunca son gratuitos y suelen salir a precio de oro. Sabemos
que han sido algunos los ciudadanos que, vía telefónica, han
sido consultados en esta presunta actuación demoscópica. Un
artilugio ficticio en pro del buen nombre de quien vive sus
horas más bajas políticamente hablando por tantos errores
cometidos. Y necesita un balón de oxígeno, aunque sea falso,
para respirar un poco y engordar su ego. Quien actúa así, en
vez de engañar a los demás, que ya tienen su concepto y
opinión formada, lo que hace realmente es engañarse él
mismo.
El empresario en cuestión, da por buena la “inversión”, ya
que siempre habrán favores que se pagaran de mil maneras
posibles que para eso está la ingeniería financiera y los
números con los que se puede jugar de mil y una maneras. Lo
que el pasado jueves llamabamos ‘Pay to Play’ o ‘dinero a
cambio de favores’. Así, hay uno que paga y otro que
publica, mientras el protagonista aguarda frontándose las
manos por su buena suerte.
Es un juego peligroso por las filtraciones. Como sucede
siempre en los grandes escándalos de corrupción, cuando uno
filtra la confidencia, quien ha sido rehén de la misma,
queda en situación muy difícil. Siempre estará bajo ese
maléfica situación del chataje, sin que la camisa le llegue
al cuerpo o con los gónadas en el cuello. Ya será presa de
ese sinvivir continuo que le atenazará de por vida a riesgo
de quedar en el mayor de los ridículos.
Las encuesta en cuestión busca un efecto mediático:
demostrar la grandeza de la gestión de Juan Vivas,
sobreponiéndose a todos los elementos adversos. El Capitán
Trueno de la política, el Cid Campeador, el artífice de los
números que, como decía Mohamed Alí con no poca sorna,
estaba llamado a presidir el Fondo Monetario Internacional.
La encuesta le llegaría ahora como un bálsamo a tantos
disgustos económicos a nivel institucional y a tan poco
predicamenteo en la calle. Un impulso tan necesario como el
aire que respiramos. El discurso del debate del estado de la
Ciudad no le ayudó en nada: reclamar a los ciudadanos
esperanza con la que está cayendo es como decirle a un
moribundo que confíe en curarse sin necesidad de que lo
atienda el médico.
Lo que pide Juan Vivas a los ciudadanos es una prueba de fe
y a estas alturas, ya no se puede confiar en él, porque le
ha fallado a muchísima gente. Del “¿cómo estás hijo?” se ha
pasado al no dejarse ver por ningún lado; trata de hacerse
invisible, como si deseara que se lo tragara la tierra y su
discurso, por manido, no es creíble.
Con un Ayuntamiento intervenido como le dijo Mohamed Alí en
el debate del Estado de la Ciudad, con tantos números rojos
y tantas personas descontentas, no hay encuesta que valgan
ni que salven el pellejo a nadie. Es papel mojado, aunque
Juan Vivas confía en aquél dicho de que “el papel lo soporta
todo”, y nosotros añadimos: Menos la credibilidad. Esa se
gana, como la reputación, día a día.
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