El debate sobre el Estado de la
Ciudad nos dejó un hecho evidente: la retahíla numérica en
la exposición del Presidente y del portavoz “popular” y el
discurso de José Antonio Carracao y Mohamed Alí más cercano
al día a día, a plantear la cruda realidad de los problemas
que afectan a los ciudadanos y sus preocupaciones más
cotidianas: desempleo, subida de impuestos, endeudamiento
institucional, deuda con proveedores, deficiencias en la
política social y, en definitiva, tantos y tantos asuntos
que son la realidad, los que nos preocupan más allá de
discursos grandilocuentes.
Ceuta está en crisis, Ceuta sufre, nuestro tejido
empresarial es débil, la actividad económica se resiente y
los discursos voluntaristas y el recurso de pintarse la cara
con color de esperanza, a quien tiene que comer todos los
días y no tiene recursos para hacerlo, no le hace ni pizca
de gracia, porque ni entiende ni conoce de canciones que
recojan estas lindezas tan floreadas porque a estas alturas,
no sabemos si se habla de diana o de retreta. De manera que,
con la que está cayendo, con la credibilidad de los
políticos por el suelo, no necesitamos que nadie nos
convenza llenándonos la cabeza de números cuando lo que
buscamos son soluciones. Y éstas llegan por la vía de la
acción, de la gestión, de la iniciativa y de la realidad. De
poco sirven las palabras si los hechos no las acompañan.
Los datos fríos, los guarismos, las cifras, de poco valen
cuando el ciudadano busca y reclama soluciones. Y éstas no
llegan vía discurso sino por el conducto que lleve a
fórmulas prácticas, realistas, eficientes. Diseñar un
discurso bonito se hace desde un despacho. Construir la
realidad, cambiar la dinámica negativa, hay que hacerlo
desde la calle, con el ciudadano.
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