Los lunes suelo quedarme en casa.
Pero éste he decidido salir a la calle. Debido a que creí
conveniente charlar un rato con el gerente de este
periódico. Con el fin de contarle algo que sé de un político
que se ha ido de la boca en sitio donde había alguien que
pronto me puso al tanto de la metedura de pata del concejal.
Tras el intercambio de impresiones con el gerente de un
periódico que acaba de cumplir 18 años, y cuya trayectoria
ha sido siempre digna de encomio, decido darme un garbeo por
la ciudad y acabo sentándome a la mesa de una terraza
perteneciente a la Cafetería El Puente. Y allí me encuentro
con Quico Martell.
Charlo con Quico del triunfo del Ceuta en Huelva. De los
amigos que tenemos en común. Del mal momento que estamos
viviendo los españoles. De la decadencia de la ciudad. De la
malaúva que está causando la crisis económica. Y de cómo su
perra Rita, labrador de pelo negro, se tiene ganado a
los clientes del establecimiento sito en la plaza de la
Constitución.
A Quico lo conozco yo hace la friolera de tres décadas.
Gracias a él tuve la suerte de conocer a su hermano
Alberto: cuanto éste dirigía los destinos del
restaurante del Club Náutico. Con él lloré la pérdida de
Alberto. Y nuestra amistad jamás decreció a partir de ese
momento infortunado en su vida.
Quico es muy amigo de sus amigos. Y cuenta con muchos. Uno
de ellos es, sin duda alguna, Mohamed Amar Nayim. A
quien nunca se cansa de hacerle el artículo. Es lo que está
haciendo cuando su perra Rita ladra tres veces seguidas de
alegría porque ha olfateado la presencia del futbolista que
encamina sus pasos hacia nosotros.
Es un placer pegar la hebra con Nayim. Creo haberlo dicho
muchas veces. Como también no me he cansado de repetir su
amabilidad conmigo cuando era jugador del Tottenham Hotspurs,
convirtiéndose en el primer español en jugar en la Premier
League. Amabilidad en atenderme cada vez que lo requería
para que me pusiera al tanto de cómo era en aquellos años
una Liga desconocida para nosotros.
Luego, militando en el Zaragoza, vendría aquel gol histórico
en París, frente al Arsenal, y que dejó exhausto de por vida
a David Seaman: portero del equipo inglés. A partir
de entonces, es decir, de aquella volea mágica, que valió un
triunfo europeo, Nayim, ceutí por los cuatro costados,
creció en fama y en Zaragoza es tenido por ídolo a
perpetuidad. El nombre de Nayim está ligado a los
aragoneses. Mencionarlo es signó inequívoco de admiración.
Tras saludarme, lo primero que hace Nayim es decirme que el
martes, hoy, sale para Qatar. Pero primero viajará a
Holanda. Y me pone al tanto del motivo de su viaje. Va a
incorporarse como miembro destacado de una empresa dedicada
a la contratación de grandes futbolistas. Futbolistas a los
que hay seguir para conocer las cualidades que tienen y que
hagan posible que reúnan una gran condición para poder
recomendarlos a equipos de la alta competición.
A Nayim le he notado entusiasmado con su nueva aventura.
Habla de lo bien que le ha venido la proposición que le han
hecho. Y menciona los nombres de compañeros famosos que ya
están trabajando en Qatar.
Mohamed Amar Nayim, tras haber intentado poner sus
conocimientos al servicio de la Federación de Fútbol de
Ceuta, se ha dado cuenta de que le es imposible impartirlos.
Y ha optado por darse el piro. Le deseo toda la suerte del
mundo.
|