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OPINIÓN - LUNES, 8 DE ABRIL DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Maniqueísmo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Con la que está cayendo en nuestra España, en todos los sentidos, ningún interés tengo yo en escribir sobre la respuesta que ha dado Yolanda Bel, cargo tan destacado del gobierno local, acerca de lo que haya dicho o haya dejado de decir el Tribunal de Cuentas (asunto que ha vuelto a recordar Gaspar Zarrías en su visita a la ciudad). Pues sabido es que las autoridades locales se pasan por la entrepierna todo lo que diga ese organismo fiscalizador. En rigor, dichas autoridades no tienen arreglo. Lo cual es un problema que debe resolverse en las urnas.

Con la que está cayendo en nuestra España, carezco del más mínimo deseo de dirigirme a Francisco Antonio González, delegado del Gobierno, a quien estimo, por difícil que él me lo haya puesto en tantas y tantas ocasiones, a fin de recomendarle silencios sonoros.

Con la que está cayendo en nuestra España, me produce rubor destacar el triunfo del Ceuta en tierras onubenses. Por más que me dé a mí en las pituitarias que esta victoria, la segunda conseguida por el primer equipo de la ciudad, lejos del Murube, puede ser el mejor acicate para que los ceutíes no vuelvan a perder más esta temporada.

En España se ha desatado el maniqueísmo. Estamos viviendo, una vez más, esa división de buenos y malos. Una clasificación peligrosa y que ha llegado al extremo de impedir que la Monarquía pueda hacer una política de concordia. Pues bastante tiene el jefe del Estado con sus problemas.

Regresamos a los tiempos donde se hablaba de “los del Cerro de los Ángeles y los otros”; si bien es cierto que el Rey y parte de su familia no han cesado de meter la pata hasta el corvejón. La verdad, es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. ¡Incluso aunque la diga el puerco! En este caso, conviene aclarar que la Iglesia no es la de entonces. Que su evolución ha sido mucha.

En España, hemos pasado de congratularnos por tener una Familia Real que no nos la merecíamos, lo cual nos hacía mirar con desdén incluso a la Corona británica, la Monarquía por excelencia, a ver de qué manera va aumentando el deseo de que vuelva la República. Un sistema político que nunca gozó de fortuna en España.

La Primera República fracasó por la violencia cantonal y el prestigioso metal de los sables, con lo cual la Restauración inauguró un período de estabilidad excepcional en la España del siglo XIX, aunque más frágil de lo que hoy se tiende a presentar.

La Segunda República, que tuvo a Ortega y Gasset como su mejor valedor, debido a que nunca soportó el borboneo de Alfonso XIII, padeció también la ira del prestigioso intelectual. De ahí que contemplando el espectáculo que la República ofrecía, no dudó en decir: “No es eso, no es eso”. Y es que pronto se dio cuenta de que se había equivocado al creer que la República iba a ser un instrumento para una profunda y constructiva evolución de la sociedad española.

La Historia conviene leerla, y además concederle su importancia, para saber lo que no debemos hacer. En el caso que nos ocupa, resulta evidente que la España republicana fue siempre un desastre. Un sistema de gobierno que, por hache o por be, careció dos veces de suerte y concitó odios, enfrentamientos y hasta nos condujo a una guerra civil. Cruenta donde los haya. Con la que está cayendo en España, bien haríamos en salvar a la Monarquía. Aunque apretándoles las tuercas a Los Borbones. Que son…
 

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