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OPINIÓN - DOMINGO, 7 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 1.

Leo que técnicos e inspectores del Consejo Superior de Deportes han estado dos semanas realizando informes y auditorías del entramado económico público del deporte español, y lo que han encontrado, sobre todo entre los clubes de fútbol y las 63 federaciones existentes, les ha puesto los pelos de punta. Las federaciones presentan una imagen desoladora e insostenible, máxime en tiempos de crisis económica. Es la voz de alarma que dan los técnicos del CDS. Que a su vez no se cortan lo más mínimo en denunciar que hay federaciones que montan expediciones con más directivos que deportistas. Donde abundan los billetes de primera clase, comidas desbocadas, etcétera. Gastos todos ellos que se escapan de las obligaciones que tienen de ajustarse a las dietas marcadas por la ley. Federaciones que están acostumbradas a acumular déficit, sabedoras que finalmente recibirán una subvención pública desde el CDS o un préstamo en condiciones especiales de cualquier Caja de Ahorro. En el caso de la Federación de Fútbol de Ceuta, la subvención le llega del Ayuntamiento y la que le corresponda por otra parte. Ah, ¿será posible conocer el sueldo que gana el presidente de la FFC, Antonio García Gaona?

Martes. 2

Hoy se me ha presentado la oportunidad de conocer al nuevo director del Hotel Parador La Muralla. Ha sido él quien se ha acercado a la mesa que yo compartía con varios amigos para saludarnos. Alberto Gabriel San Sebastián Vázquez es el hombre que ha sustituido a Pedro Fernández Olmedo. Y está tratando por todos los medios que el establecimiento vuelva a reverdecer laureles. Reconoce que los tiempos que corren son difíciles. Pero su entusiasmo me ha hecho concebir muchas esperanzas acerca de que pueda salir airoso de la prueba. Que radica en hacer posible que el comedor y la barra de ‘La Muralla’ sean sitios de encuentros de los ceutíes. Lo primero que he notado es la variedad de tapas selectas y un menú del día cuyo precio es realmente asequible a las economías modestas. Y otros cambios que me han permitido entrever los empleados de la cosa. La comida, debo decirlo, ha sido excelente. Y el lugar, dado el buen tiempo que reinaba, no podía ser otro que la terraza del jardín. Mereció la pena pasar un par de horas en el Hotel Parador La Muralla.

Miércoles. 3

Mientras los periodistas dirigidos por ese galán (!) que tiene el Diario As como director, sí, hombre, ese adonis llamado Alfredo Relaño, no cesaban de hablar de Casillas y de arremeter contra José Mourinho, yo esperaba con cierta inquietud el partido frente al Galatasaray. Equipo que había llegado a Madrid con la etiqueta de perita en dulce, aunque se supiera que cuenta con jugadores destacados. El Madrid obtuvo un magnífico resultado. Pero conviene no dormirse en los laureles en Turquía. Un gol tempranero de los hombres dirigidos por Fatih Terim, entrenador prestigioso, desataría el entusiasmo de los turcos y obligaría a los madridistas a tener que defenderse con uñas y dientes. Situación nada recomendable en un campo que está considerado un “infierno”. Del partido, me voy a permitir decir lo siguiente: Rafael Varane volvió a exhibir una elegancia en sus acciones poco acorde con la misión defensiva. Brillantez y practicidad, cogidas ambas de la mano de la velocidad, hacen posible que con 19 años el defensa francés esté causando admiración generalizada. Pero es que, además, da gusto comprobar cómo con su estatura, 1,91 metro, y un tren inferior alto, es capaz de convertirse en un muro insalvable para los delanteros. Ya que cuesta lo indecible sortearlo. Y encima, por si fuera poco, maneja el juego por alto en los dos frentes y es hábil con el balón en los pies. Un servicio más de Zinedine Zidane a su club. No olvidemos que él lo recomendó. Eso sí, Mourinho ha sabido mimarlo y, claro, ha crecido a su vera.

Jueves. 4

Tras ser imputada la Infanta Cristina por el juez José Castro, en tiempos donde la corrupción casi generalizada invita a que no le tiemble el pulso a ningún juez, éste se ha visto atacado por todos los medios cortesanos. Es curioso: mientras la juez Mercedes Alaya es tratada como una heroína a la que se le anima desde todos los ángulos a emplumar a quienes han participado en el enorme trinconeo propiciado por los ERE, al juez Castro se le está empezando a aplicar ya el castigo conveniente para ahornarlo. Es decir, para que entre en razón y se percate de que la imputación a la infanta está fuera de lugar. Vamos, que ha ido tan lejos como sorpresa ha causado en la Casa Real. En la cual estaban convencidos de que esa decisión jamás la tomaría el juez instructor del ‘caso Nóos’. He aquí dos varas de medir muy distintas. Si la presión sobre el juez Castro continúa, y no me cabe la menor duda de que así será e incluso que irá a más, tengo la certeza de que éste cederá y la infanta no pasará por su juzgado. Tiempo al tiempo. Y es que los héroes están pasados de moda. Por más que la señora Alaya goce de esa consideración. ¿Hasta cuándo? ¡Ser juez debe de ser muy difícil!

Viernes. 5

El Pueblo de Ceuta ha cumplido 18 años. Y a mí no me cabe sino transcribir literalmente el editorial que se ha publicado hoy. “La cabecera de este periódico cumple 18 años. Quiere decirse que alcanzamos la mayoría de edad y, como sucede en otros órdenes de la vida, también supone una trayectoria de servicio a los intereses de Ceuta, haciendo honor a la denominación que tenemos como las inscripciones que se sitúan en el frontispicio de un edificio y que significa, ni más ni menos, con quién o quiénes es nuestro compromiso: El Pueblo de Ceuta. Hace 18 años vimos la luz y durante todo este tiempo, hemos sabido defender los valores que un medio de comunicación ha de hacer valer: la Constitución y todos los principios que le son explícitamente exigibles a un medio de información como la veracidad de sus noticias, el legítimo derecho de fiscalizar los excesos del poder político y la defensa inequívoca del estado de Derecho. Bien es verdad que hemos sido agredidos, física y moralmente, en algunos momentos, pero no nos ha hecho ni nos hará amedrentarnos porque la verdad ha de brillar por encima de cualquier artimaña. En esta trayectoria hemos sabido afianzarnos en el mercado y a quienes creyeron en un primer momento que este periódico podía ser flor de un día, le hemos demostrado con nuestro trabajo cotidiano, que teníamos y tenemos, vocación de futuro y de servicio permanente a Ceuta. Aquí nos hemos implantado, para que nuestra juventud no sea óbice para sentar nuestras raíces en este pueblo, con rotativa propia, lo que nos dota de una autonomía esencial para acudir a diario a la sagrada cita con el lector. Una de nuestras señas de identidad y de compromiso con esta tierra basada en hechos y no en simples palabras”.

Sábado. 6

Se habla del escrache en un corrillo y se me pide mi opinión al respecto. Y a mí se me ocurre decir que yo soporté este tipo de manifestación contra mí mucho antes de que la pusieran de moda argentinos y uruguayos en los años noventa. Y los contertulios se me quedan mirando como si yo estuviera contándoles una trola. Y, tras lo dicho, me veo precisado a referirles el asunto. Corría la temporada 73-74 y yo era el entrenador del Algeciras. Se jugaba en El Mirador y enfrente del estadio estaba la Cafetería Manila. El Mirador se llenaba de bote en bote. Y el público se dividía en dos bandos: uno me insultaba desde principio a fin del partido; el otro, correspondía a los insultos con alabanzas. Y el estadio se convertía en un manicomio. A mí me agradaba sobremanera aquel ambiente. Me sentía como pez en el agua en medio de aquel caos. Lo que me desagradaba era la cantidad de hinchas furibundos que me esperaban a la salida del campo. Y, desde luego, pedir ayuda a la policía o salir de estampida con mi coche. Un día se me ocurrió adentrarme en la cafetería Manila. Establecimiento que estaba frente a la puerta principal del campo. Y lo primero que hice es preguntarle al dueño si tenía algún inconveniente en que yo aguantara aquel chaparrón contra mí en el interior de la cafetería. Y me respondió que estaba deseando tenerme como cliente en esos momentos. Ni que decir tiene que semejante actitud les causaba aún más ira a los aficionados que no me podían ver ni en pintura. Pero fue la mejor manera de irlos aburriendo. La de quedarme a un paso de ellos y no salir corriendo o protegido por nadie. Entre el dueño de la cafetería Manila y yo se forjó una amistad a la cual yo no respondí como él merecía. Pero nunca olvidé su gesto.
 

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