Llevamos más de un mes en el que
cada día, por las abundantes lluvias, tienen que estar
tirando miles y miles de metros cúbicos de agua, de todos
aquellos pantanos que en tiempos del anterior Jefe del
Estado se hicieron para asegurar agua, especialmente, para
los regadíos, en vez de que toda ella se fuera directamente
al mar, sin haber sido aprovechada.
Nuestra red hidrográfica, realmente, fue seriamente
modificada, pero aquella serie de obras quedó a medias, por
cuanto los gobiernos de la democracia que han seguido a los
de la dictadura han preferido, entre otras cosas, hacer
aeropuertos desde los que no despegan aviones, en lugar de
haber prolongado, un poco más, la red de pantanos para que
en casos como en los de este año, con tres meses casi
ininterrumpidos de lluvias, toda esa agua que se está
vertiendo, por estar los pantanos ya a más del 90% de su
capacidad, también se hubiera podido retener, con lo que los
regadíos estarían garantizados para media docena de años, si
es que no para más, sólo con esa agua, y con lo que todas
las tierras inundadas por esas inmensas cantidades de aguas
vertidas, que vienen inundando muchas zonas de cultivos, no
hubieran provocado tales inundaciones.
Echando la vista atrás y mirando lo que se hace hoy, ya es
llamativo que en una época sin recursos y sin cemento, se
pudieran llevar a cabo unas obras de tanto coste y de tanta
utilidad, en tanto que ahora, en nuestros días, y
especialmente años atrás, en la época de bonanza, sólo
hayamos mirado hacia los bolsillos del político más
desvergonzado y descarado, o a la osadía de trazar y hacer
una serie de aeropuertos que, ni tienen, ni van a tener
aviones que despeguen o aterricen en ellos, y lo que es
peor, en esos aeropuertos que se hayan metido ingentes
cantidades de dinero, que hubiera venido muy bien para otro
tipo de obras, por supuesto.
Esto a nivel nacional, a nivel de nuestra querida España,
porque luego a nivel local ha habido otros inventos. Ceuta,
que en eso de los pantanos tiene lo justito, para lo que
necesita, en cuanto a obras faraónicas, en los últimos
quince años, nos ha obsequiado con ese complejo, que pocos
comprenden y a casi nadie gusta, del Revellín, en el que
nadie sabe o el que lo sepa no querrá decir jamás lo que ha
costado, y ya veremos el tiempo que está en uso parte de la
obra, porque ahora mismo no está funcionando todo ello.
La cuestión de las obras públicas, hoy fomento, ha sido el
punto de escape de la mayor parte del dinero que se ha
evaporado en nuestra democracia. Eso no lo duda casi nadie
en el día de hoy, especialmente si nos referimos a quienes
no chuparon de ello.
Sé que al llegar a este punto más de uno me puede hablar de
los cientos y cientos de carreteras que se han convertido en
autovías, por ejemplo, y me parecen muy bien esas
inversiones, salvo cuando, en más de una ocasión, esas
autovías han tenido que ser renovadas a los pocos meses de
haber comenzado a funcionar, por no haber soportado su firme
todo el tráfico que han ido teniendo.
También me pueden hablar de la alta velocidad y me parece
perfecto, salvo cuando se ha colocado esa alta velocidad por
algunas rutas que no tienen clientela para sufragar todos
los gastos que ese tipo de comunicaciones acarrea.
Sean como sean, los pantanos ahí siguen haciendo su cometido
y creo que en todos estos últimos casi cuarenta años
debieran haber aumentado más.
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