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OPINIÓN - JUEVES, 4 DE ABRIL DE 2013

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Un parlamentario honrado
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Me tengo que referir, no podía ser de otra manera, a Serafín Becerra Lago, que veo que ha fallecido, días pasados, mientras que yo estaba de vacaciones, fuera de Ceuta.

En el momento de las despedidas, siempre se elogia a la persona que se ha ido, aunque mientras vivió no se hubiera tenido el menor contacto con aquel que nos acaba de abandonar, pero en este caso creo que habrán sido muy pocos los ceutíes, especialmente de hace 25 o 30 años que no hayan recurrido a Serafín para que les echara una mano, en cualquiera de las parcelas que podamos tocar en Ceuta.

Yo mentiría si dijera que era muy amigo suyo, porque realmente no lo fui, aunque siempre tuve muy buenas relaciones con él, porque era una de esas personas que no volvía la cara a nadie y con cualquiera, especialmente si vivía en Ceuta, hacía todo lo posible para que se encontrara a gusto en estas tierras.

Sé que en los últimos años, cuando él ya estaba muy alejado de la política y de todos los comadreos y compadreos que ahora se traen entre manos los que han hecho de la política su verdadera profesión, él no terminaba de comprender como se podían ir degradando tanto una serie de actividades que, antaño, servían para intentar mejorar la situación de España, mientras ahora sirven para engordar sus propios bolsillos.

Serafín, que fue parlamentario con el régimen del General Franco y, también, lo fue con la UCD, volaba si era preciso para tratar de lograr algo para Ceuta.

Eranotros momentos, la economía no había hecho más que asentarse y no había tanto para el despilfarro y las corruptelas. Pero de eso poco que había, cada vez que podía, sacaba algo, esa pequeña tajada que le debía corresponder a Ceuta.

Nunca, de todos los años que estuvo dentro del mundo político, oí a nadie que se hubiera enriquecido con el cargo. Cumplía como el mejor, se entregaba las 24 horas del día, pero ni él, ni sus familiares o amigos, lograron sacar tajada de los cargos que tuvo Serafín Becerra Lago.

Con esto, es el mejor elogio que podemos hacer de un hombre que estuvo en Las Cortes con dos tipos de sistemas, la dictadura ya reblandecida y los comienzos de la democracia, con Adolfo Suárez, al que Serafín Becerra adoraba.

Y cuando llegó el momento de decir adiós, allá por los últimos días de octubre de 1982, se marchó en silencio, se dedicó, desde entonces, a sus propios asuntos, jamás incomodó a nadie, no fue ningún tipo de pedigüeño que fuera buscando “algo de los mío”, que tanto se estila desde hace años. Nada de eso aparece en la biografía de Serafín Becerra Lago, en esa trayectoria de honradez y de eficacia, sin traspasar la línea se separa la cordialidad y la honradez de la golfería.

Hoy, cuando la casta política es la tara más vergonzante que existe en nuestra sociedad hablar de un ex político que no entró en todas esas zarandajas, es un lujo que muy pocos de los dedicados a esa nueva profesión pueden presentar como auténtico aval.

Es lo más y lo menos que podemos decir de un hombre honrado que nos acaba de abandonar y por ello no podía dejar pasar la ocasión de decir que Serafín Becerra Lago fue un parlamentario honrado. Así fue y así, con sumo gusto, lo puedo decir hoy.
 

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