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OPINIÓN - JUEVES, 4 DE ABRIL DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

El sueño
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Reunión de hombres: cinco concretamente. En este caso, y aunque ustedes no lo crean, el tema principal de la conversación no ha sido la crisis económica, ni la corrupción política, ni el ‘caso Bárcenas’, ni el asunto de los ERE, ni el revuelo que se ha formado con los ratos de ocio de Feijóo en el pasado.

Tampoco se ha charlado del Barcelona ni del Madrid; ni mucho menos de Mourinho ni de Casillas. Y les aseguro que hemos pasado por alto esas palabras de nuestro alcalde en las que parece reconocer que se le ha echado la vejez encima. Vamos, que se ha dado cuenta de que los años no perdonan. Lo cual ha propiciado que su concejala predilecta, Mabel Deu, se haya atrevido a recomendarle la jubilación. Con todo cariño, ¿eh?

Ha salido a relucir el sueño. Y todo porque a un contertulio se le ocurrió decir que desde hace tiempo le cuesta lo indecible pegar ojo. Es decir, que se pasa las noches en blanco. Apenas había expuesto su problema, afloró la noche, la cama, y quien dice cama dice vida sexual; conque el problema de concordancia o discordancia de los ritmos circadianos apareció inmediatamente.

-El que duerme menos, tiene que tener forzosamente más ideas bullendo en su cabeza que el que duerme más. Sin contar las razones puramente fisiológicas –comentó otro de los reunidos.

La respuesta no se hizo esperar, por parte de alguien, cuyas hazañas sexuales son tan bien expresadas por él como ciertas parecen. Al menos, existen más que indicios de que no va de farol.

Al grano: “Casi todos los hombres sufren una erección al despertar. Por consiguiente, experimentan el legítimo deseo de ‘utilizarla’. Cuando la esposa, la compañera o la amante duermen en ese momento propicio, y esto durante años, el hombre siente a la larga, una auténtica frustración”.

Una vez iniciada la conversación acerca de lo concerniente al tálamo sexual, interviene un tercero con ánimo de bajar la temperatura ambiental, expresándose de esta guisa:

“Los niños, la tele, los problemas de dinero, el trabajo, los trastornos de salud, las tareas domésticas acumuladas al final del día, el almuerzo familiar del domingo, las carreras en el supermercado, las comidas demasiado pesadas y bien regadas, los tabiques demasiado delgados, los dos trabajan, el teléfono que suena… Como veréis, la lista de los impedimentos para amar es infinita.

Cuando decide intervenir el cuarto de los contertulios, lo único que se le ocurre es pronunciarse mediante una exclamación: “¡Pobres hombres!” Y continúa opinando: “Nunca antes los varones habían recibido tantas órdenes en el lecho. Desde hace siglos, era él quien tenía la iniciativa. La obediencia no es su fuerte. Y cada vez es más frecuente que no resista la prueba. A partir del momento en que un hombre no se siente enteramente dueño de su influjo sexual, no hay nada que demuestre que no pueda sentirse mal”.

Quien así se manifiesta es sexólogo. Y a los demás contertulios sólo nos queda la obligación de escucharlo atentamente. Ya que donde se pone un profesional que se quite cualquier diletante.

Después de lo que dijo el sexólogo, y muchas más cosas que no salen por falta de espacio, surgió el chisme: nos tocó saber que la señora de un político importante había puesto el mingo en un acto oficial, fechas atrás. Y a medida que fuimos conociendo los pormenores de su comportamiento, fue aumentando el interés de los reunidos por saber todo acerca de la metedura de pata de la fémina. En fin, un mal día lo puede tener cualquiera. No pasa nada.
 

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