Las calles de Ceuta están más
vacías que nunca. Faltas de vida. Se nota la crisis y
también se echa de menos a cuantas personas se fueron a la
península antes de comenzar la Semana Santa y continúan aún
de vacaciones.
Dicen que maestros y profesores son los que más disfrutan de
un descanso que les viene la mar de bien para recuperarse
del estrés que les causan los alumnos. Maestros y profesores
aprovechan la Semana de Pasión y la Blanca para recuperar
fuerzas lejos de esta ciudad.
A mí me agrada sobremanera salir a caminar por las mañanas y
hallarme una hilera de madres y padres acompañando a sus
hijos al colegio. Disfruto plenamente de la algarabía que se
forma a la puerta de los centros de enseñanzas.
En cambio, cuando los colegios están cerrados tengo la
impresión de que habito en una ciudad carente de pulso. Y
entonces la tristeza me puede. Las calles están hechas para
ser transitadas. Cuanto más mejor. Una calle muy transitada
favorece al ciudadano y perjudica a los ladrones.
Los ladrones actúan más y mejor cuando las víctimas caminan
por espacios desolados. Lo cual no quiere decir que no haya
robos en zonas muy iluminadas. Que los hay. Pero son los
menos. De ladrones no quiero hablar. Porque está comprobado
que los de cuello blanco han conseguido quitarles
importancia a los rateros de poca monta.
Los rateros de poca monta son desgraciados pero no tontos.
Que más quisieran ellos haber tenido la oportunidad de ser
tesoreros de un partido en el cual sus dirigentes se
hubieran distraído hasta no percatarse de que el cuidador de
los dineros se estaba haciendo rico por ser un emprendedor
capaz de convertir el cobre en oro.
Es lo que nos contó Luis Bárcenas en Intereconomía
Televisión, recientemente. Y recibió muestras de
satisfacción de unos contertulios que parecían dispuestos a
reírle la gracia a un alpinista onubense que demostró, una
vez más, tener la cara de cemento armado.
En España se está poniendo de moda tener poca vergüenza.
Pues con desvergüenza se vive mejor. Aunque la falta de
vergüenza es más rentable si va acompañada de un título. Ya
que ser ladrón es una profesión y, por tanto, está
necesitada de estudios superiores. Menos mal que muy pronto
vamos a disfrutar en Ceuta de un centro universitario del
que saldrán personas muy formadas y que, sin duda alguna,
muchas se dedicarán a la política. Verdad de Perogrullo:
para delinquir conviene no ser tonto. Y para no serlo, y
mucho menos con balcón a la calle, se necesita hacer una
carrera. Sea la de economista, abogado, o bien de maestro,
profesor, catedrático o registrador de la propiedad. Es el
mejor salvoconducto para ser hasta ministro de la cosa.
Los ministros de España, es decir, los pertenecientes al
gobierno presidido por Rajoy, están viendo cómo
Bárcenas, además de ser un caradura, estudió Ciencias
Empresariales para poder estar a la altura de las
circunstancias. O sea, meter la mano en la caja de un
partido del cual conocía y sigue conociendo las debilidades
de todos sus dirigentes.
La última jugada ha sido poner a Alberto Núñez Feijóo
entre las cuerdas. Y a partir de ahora, cualquiera que se
mueva contra él ya sabe lo que le espera. Chivatazo al
canto. ¡Qué pena que en Ceuta no haya políticos que se metan
con Bárcenas!
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