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OPINIÓN - MARTES, 2 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La precariedad de un servicio de ambulancias

La huelga en el servicio de ambulancias “MP”, lejos de suponer un planteamiento más o menos reivindicativo supone un estado máximo de precariedad absolutamente vergonzoso. No parece de recibo que, un servicio sanitario tan esencial como éste, se vea bajo mínimos en la máxima extensión del término y no porque lo determinen los parámetros de la huelga, sino por las penurias del local en el que carecen de luz, agua y hasta combustible para los vehículos. Este estado de “inanición” económico es surrealista y da la sensación que se quiere dejar morir el servicio con la anuencia de INGESA y Delegación del Gobierno por la pasividad que muestran. Unas instituciones que no pueden permitir que se de esta precaria y lamentable imagen al enfermo que utiliza los servicios cuando se están abonando unas prestaciones cuya función está bajo mínimos.

El estado de la situación no mejora, al menos, de manera aparente, cuando los trabajadores detectan que la supuesta nueva aspirante a prestar este servicio cuenta con antecedentes de problemas en los lugares de la península en donde desempeñan sus funciones. Por ello, habría que velar por el rigor y la seriedad en un servicio que así lo requiere, no ya como medio laboral de más de una treintena de trabajadores, sino al menos, por las funciones asistenciales que desarrolla en el traslado de enfermos con unas muy especiales características en la limitación de su movilidad.

Permanecer impasibles ante tal desafuero no es mas que constituirse en cómplice de una situación agonística, vergonzosa y que habría de sacarle los colores al INGESA por permitirla y, encima, seguir pagándola en precario.
 

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