Contaba yo en la miscelánea del
domingo pasado haberme tropezado en la calle con
Francisco Márquez, y cómo aproveché la ocasión para
charlar con él; lo cual se tradujo en una conversación corta
pero sabrosa.
Escribí también que el diputado fue muy amable conmigo. Como
sabe serlo cuando está convencido de que quien le escucha
atentamente es persona de fiar. Pues nunca lo puse yo en
entredicho ni ante los suyos ni ante sus contrarios. Por tal
motivo, me consta que suele confiar en mí.
De no ser así, tengo la certeza de que no habría respondido
a una delicada pregunta que le hice de sopetón. Tratando por
todos los medios de cogerlo de improviso. Pero su respuesta
fue tan rápida y valiente que el sorprendido fui yo. Y ya es
difícil que a mí me extrañe cosa alguna en los tiempos que
corren.
En los tiempos que corren, diputado Márquez, se me olvidó
decirte que las traiciones están al volver de una esquina.
Si lo sabrás tú que tienes que andar siempre con la mosca
detrás de la oreja. Ya que eres de los que tienes asumido
que camarón que se duerme…
En tu caso, FM, todos sabemos que formas parte de la lista
negra de un tío que tiene mucha ascendencia sobre nuestro
alcalde. Así que se permite el lujo de acudir a su despacho
cuando le sale de sus adminículos para hablar mal de ti en
todos los sentidos. Incluso está esperando el momento justo
para ver si consigue darte matarile político.
Tarea, Paco, que, conociéndote, me parece que no le va a
resultar fácil; pero tampoco es menos cierto que no
descansará hasta lograrlo. Ya que el Fulano es tenaz y sobre
todo rencoroso. Y todos sabemos que la tiene tomada contigo
desde que tú te ponías a los mandos de un helicóptero. ¿Por
qué será…? No sé si te lo habrás preguntado alguna vez. Sí
es así, te pido que me lo digas la próxima vez que nos
hallemos en la calle.
A lo mejor, Paco, es que tú has mirado siempre por encima
del hombro al sindicalista. Y él, que se ha creído siempre
el centro del mundo, no puede soportar que tú lo veas como
un tipo vulgar que vive solamente para meter cizaña en la
vida pública. Ya que nunca disfrutó de nada. Pero de nada… Y
hasta se ha ganado merecida fama de ser un pelma. Que invita
al bostezo a cuantas personas lo tratan.
A mí me consta, diputado popular, que Juan Luis Aróstegui
sabe perfectamente que tú eres de los pocos políticos que no
le tienes ni pizca de miedo a lo que diga de ti. O sea, que
te pasas sus comentarios malignos por donde la espalda
pierde su nombre. Y, sin miedo, es imposible que sus
denuncias perturben tus sentidos.
Ese miedo, estimado FM, que le tienen otros políticos y que
los convierte en seres que dudan, vacilan y terminan por no
dar ni una a derecha. Políticos que le temen como a una vara
verde. Y que no se atreven a enfrentarse con él. Por una
razón muy sencilla: saben sobradamente que tiene el camino
expedito para acudir al despacho de quien manda y bula para
proponer lo que hay que hacer en según qué asuntos.
El sindicalista y político impostado -y tú lo sabes, Paco-
viene haciendo y deshaciendo en el gobierno local. Aunque sé
que la disciplina de partido te obliga a mantener silencio.
Silencio nunca deseable, por más que comprenda tu situación.
No obstante, bien harías, por preparación, inteligencia,
sentido común y decencia, en levantar la voz ante tan
absurda y extraña cohabitación.
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