En los últimos años, el fenómeno de la inmigración
clandestina ha cambiado no sólo en lo relativo al origen de
quienes abandonan sus países en dirección a Europa, sino
también en cuanto a los métodos ideados por las mafias que
dirigen este tráfico de seres humanos. Las oleadas de
‘cayucos’, una embarcación tradicional africana cuyo nombre
comenzó a conocerse en todo el mundo a mediados de la pasada
década y con cabida para varias decenas de personas son ya
historia. En 2006 llegaron en pateras a Canarias 39.180
personas, mientras que según datos del Ministerio del
Interior ofrecidos por Efe, el pasado año entraron de forma
ilegal en el archipiélago 173.
La última patera de grandes dimensiones de la que se tuvo
noticia en Ceuta fue de una que en septiembre de 2009
naufragó en las proximidades de la isla de Perejil y en la
que, según los supervivientes, había unas 45 personas.
Desde 2010
En 2010, y tal como recogía este diario en su edición del 28
de agosto de ese mismo año, se había generalizado ya el uso
de pequeñas embarcaciones hinchables con las que los
inmigrantes trataban de alcanzar Ceuta. A lo largo de 2011,
este método se mantuvo, pero combinado con las entradas a
nado por el espigón del Tarajal, para lo cual, los
subsaharianos apenas tenían que pagar por una cámara de
neumático o incluso por unos envases vacíos de plástico de
cinco o diez litros que empleaban a modo de flotadores
atados a la cintura.
Una vez cortado el tránsito a nado, al reforzarse la
seguridad por parte de Marruecos en la frontera marítima,
las balsas playeras se han convertido en prácticamente el
único medio que emplean los inmigrantes para, desde
Marruecos, alcanzar las costas gaditanas. Con capacidad para
dos o tres personas viajan a veces en estas frágiles balsas
hasta seis, y si tienen el doble de capacidad, hasta diez o
doce. Durante todo el pasado año y en lo que va de 2013, los
rescates en el Estrecho siempre son de inmigrantes que
tratan de llegar a la península en estas precarias barcas,
mucho más baratas que una embarcación de mayor resistencia y
dotada de motor. El precio que desembolsan los inmigrantes
para embarcar en una de estas hinchables ronda los cien
euros, según señala Efe de fuentes policiales.
Cuando se trataba de embarcaciones mayores, neumáticas a
motor, y según las investigaciones desarrolladas por el
Cuerpo Nacional de Policía (CNP) el pasado año dentro de la
‘Operación Marea’, los inmigrantes habían de pagar hasta 900
euros por la travesía, y la mayoría de ellos no podía
afrontar el pago de los 200 que les cobraban por un chaleco
salvavidas.
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