Sigue lloviendo con ganas. Lo
bueno es que los pantanos rebosan de agua y, en campos y
montes, las capas freáticas están recuperando su nivel. A
primeros de febrero pateé (pateamos) una Roma desapacible y
húmeda, pero siempre majestuosa; en Alhucemas el festival
amazigh también estuvo pasado por agua. Llovió en Tetuán y
llovió en Ceuta y esta Semana Santa, sobre mi equipado y
confortable refugio en las montañas asturgalaicas no para de
abatirse una cortina de lluvia. Agua y más agua, la fuente
de la vida. Donde espero librarme de ella dentro de unos
días será al borde del Nilo, el “padre” de Egipto para el
maestro Herodoto. Años hace que no paseo por el populoso y
un tanto agobiante El Cairo, sede en su momento del Califato
Fatimí (de ideología shií) y competidor, en el tiempo y el
espacio, tanto del Califato legalista abasida de Bagdad como
del Califato legitimista omeya, radicado en la esplendorosa
capital “andalusí” de Córdoba. Pero esa es otra historia.
Tras degustar en el afamado restaurante “Casa Pedro” (hoy no
me acerqué al casero “Perales”) un sabrosísimo jabalí
estofado y con patatines, repaso tomando el café algunos
apuntes sobre el “nuevo” Egipto que me voy a encontrar, las
incertidumbres abiertas tras el proceso (aun en curso) de la
mal llamada “Primavera Árabe” y confirmo el alojamiento,
unos días, en mi hotelito con vistas a la plaza Tahrir
(Liberación) así como mi agenda de entrevistas: desde altas
autoridades de la afamada universidad islámica de “Al Azhar”,
a líderes de los Hermanos Musulmanes (no confundir con los
salafistas, ahí los encuentros todavía están abiertos) y
altos representantes de la perseguida minoría cristiana, los
coptos, esos ciudadanos de segunda en un país de indudable
referencia árabe e islámica como es Egipto. Mis contactos
siguen remitiéndome datos sobre el éxodo copto, que ya va
para ¡trescientas mil personas!, de esta confesión religiosa
(hay coptos ortodoxos, católicos y evangélicos) que
representa el 10% de la población egipcia, estimada en más
de 90 millones de personas. La cruda realidad es que, en la
actualidad y bajo diferentes regímenes de corte islamista
radical, los olvidados cristianos en tierras del Islam están
perdiendo su estatus de “dhimmíes” o protegidos (en
cualquier caso ciudadanos de segunda) para pasar
directamente al de perseguidos: desde Asia y África Central
(Nigeria sin ir más lejos)… al Egipto del nuevo faraón
barbudo, el islamista Morsi. Atrás queda ya, en el borrador
de la historia, la confraternización islamo-cristiana de la
plaza de Tahrir, en la alborada de 2011 y la cruda realidad
de la revolución secuestrada por las huestes del islamismo
radical. Como en Túnez… claro que la sociedad tunecina es
religiosamente más compacta (con la reducidísima minoría
judía) y la sociedad civil muy activa y formada, militante y
resistente…. Si el 20 de julio de 2004 recogía en esta
columna (“EL señor Ibrahim y las flores del Corán”) las
sombrías y me temo que premonitorias declaraciones a un
diario de tirada nacional del actor egipcio Omar Sharif,
durante la presentación de su última película en España
(“Tengo un miedo atroz a que se desencadene una guerra de
religiones. Hay que comprender al mundo árabe. Por su
idiosincrasia, es inútil intentar democratizarlo. Soy
pesimista, porque ya no hay posibilidad de diálogo”), reseño
ahora las posteriores declaraciones del también intelectual
egipcio Tarek Heggy, quien en declaraciones efectuadas en
Italia manifestaba que “los coptos están pagando el precio
por la creciente islamización de la sociedad. La
islamización creciente de las últimas décadas es la
responsable por la intolerancia que se expande”.
¿Por qué este miedo a la libertad en nombre del Islam….?
¿Qué opinarían los musulmanes en Europa, en España (en Ceuta
o Melilla por ejemplo) si padecieran las exclusiones que, en
nombre de su religión, sufren los cristianos en la mayoría
de los Estados musulmanes….? A ver, opiniones, las espero…
se abre el debate mientras compulso y verifico
escalofriantes informaciones facilitadas por MECHRIC (Comité
Cristiano del Medio Oriente), una ONG que agrupa a
organizaciones cristianas de Siria, Líbano, Irak e Irán,
además de Sudán y otros países norteafricanos. En cuanto a
Egipto… está claro: el gobierno de Morsi y los Hermanos
Musulmanes son los máximos responsables, moral y
operativamente, de la seguridad de los cristianos coptos y
sus bienes. Bien es verdad que las fuerzas armadas egipcias
(que también sufren el zarpazo del terrorismo islamista) se
están movilizando de forma creciente: así, el ejército logró
desactivar, el pasado 7 de enero, otro intento más de
sangriento atentado contra una iglesia copta.
En mi próximo y apretado periplo egipcio, que impedirá este
año mi asistencia a las tradicionales Jornadas de
Geopolítica y Estrategia organizadas por la UNED y la
Comandancia General (¡no tengo el don de la ubicuidad!),
están previstas unas jornadas por la milenaria Alejandría,
Faro de la Humanidad, así como una emotiva visita a la
iglesia copta herida por el terrorismo. La realidad es que
la minoría cristiana en países islámicos (caso de los
maronitas en Líbano o los caldeos de Irak) no deja de ser
reprimida y perseguida: ¡en Arabia Saudí, cuna del
fascioislamismo wahabí, está prohibido construir una
iglesia, así como en la Franja de Gaza bajo control de Hamás!.
Cada vez más y salvo notables excepciones (como el Reino de
Marruecos, un modélico ejemplo a seguir en el mundo
islámico) la discriminación contra el cristianismo (y no
digamos contra el judaísmo) es sistémica y sistemática…. Lo
del genocidio de Darfur, en Sudán, es un crimen de guerra.
¿Qué opinan los lectores musulmanes de ello….?
¿Y qué viento sopla en Ceuta y Melilla….? Ayer lo acabé de
verificar tras un “chateo” por internet. Insisto, Ceuta va
camino de convertirse (Melilla va en curso) en una ciudad
corsaria, islamista radical, bajo los colores rojo y guarda
de la bandera española. De ahí los nervios de la secta del
Tabligh y de su emboscada punta de lanza, la Unión de
Comunidades Islámicas de Ceuta (UCIDCE), al ver como sus
amañadas cartas están saliendo a la luz y poniéndose encima
de la mesa. Ya saben y si no vuelvo a contárselo las veces
que haga falta: “Con vuestras leyes os conquistaremos y con
nuestro Islam os someteremos”. Tomen nota: “Con nuestro
Islam”, con su versión sectaria-religiosa de la que son
víctimas, en primera instancia, la amplia mayoría de la
comunidad musulmana. Los demás vamos luego. En un pis pas.
Visto.
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