La arqueóloga Cibeles Fernández se encarga de analizar y
estudiar cada elemento que encuentran en la excavación de la
Puerta Califal, concretamente en el espacio que han vaciado
entre esta muralla y la de época portuguesa. La arqueóloga
destaca que más allá de la belleza y procedencia de los
materiales en sí, estas investigaciones permiten conocer el
estilo de vida de cada época, así como las costumbres o el
comercio que hubo en determinados momentos de la historia.
Todo personal de obra, incluidos los arqueólogos, tienden a
raspar las monedas que encuentran en una excavación para ver
qué grabado tienen. Pero no se debe raspar porque en la
mayoría de las ocasiones, el grabado se va. En su lugar,
deben guardarlas protegidas para después ser introducidas en
un líquido que las limpie. Así lo explica la arqueóloga
Cibeles Fernández, de ‘Arqueotectura’, que trabaja en la
excavación arqueológica de la Puerta Califal. Son numerosos
los materiales que cada día encuentran en la excavación,
principalmente en el espacio -esperan extraer un total de
830 metros cúbicos- que han vaciado entre la muralla
portuguesa y la Califal, y que por lo tanto tienen como
límite de antigüedad la fecha de 1541. “La cerámica más
moderna está perfectamente fechada en esa horquilla, pero
también hay materiales residuales de épocas anteriores”,
explica la arqueóloga.
Fernández destaca que lo importante de la recuperación de
materiales, más que la pieza en sí es que permite conocer el
estilo de vida cotidiano en una época determinada. “Algo tan
sencillo como que se pase de los ataifores islámicos, que
son platos comunes, a los platos pequeños, ya indica que se
pasa de comer en grupo a hacerlo cada uno con su plato
individual; por ello, a través del estudio de las formas, se
refleja la forma de vida, y es lo que verdaderamente
interesa del material cerámico”, apunta Fernández.
Después de la memoria, un estudio más detallado de los
materiales se realizará cuando, una vez terminada la
excavación, vengan especialistas de la Universidad Nova de
Lisboa. Está previsto que las piezas encontradas se expongan
en el Museo de Ceuta.
El comercio que había en la época ha sido otro de los
descubrimientos de esta excavación. Por ejemplo, muchos
materiales se traían de Italia. En concreto, tienen una
decoración muy característica las piezas que procedían de
Montelupo (Florencia, Italia). De la zona de Liguria (al
norte de Italia) también han hallado piezas muy
características en tonos azules y blancos, de las que además
han encontrado imitaciones que se realizaban en Sevilla, que
aunque de menor calidad, seguían siendo productos de lujo.
También se han encontrado piezas de porcelana china. “Antes
de venir a esta excavación -explica la arqeuóloga- nunca
había visto porcelana china en estos niveles, porque en
Europa se intentaba imitar pero los chinos nunca desvelaron
su secreto, y hasta los siglos XVII y XVIII no se consigue
una buena imitación, por eso se sabe que estas son de
importación y de mucho lujo”. “Estas piezas muestran las
relaciones comerciales de la Ceuta portuguesa con otras
zonas, a través del Mediterráneo”, añade. “Portugueses
también hay muchos materiales -concluye- como la cerámica
engobada y bruñida roja”.
Por ello, el trabajo debe ser preciso y detallado.
“Recuperamos todos los fragmentos cerámicos y materiales
arqueológicos en general: metales, fauna, vidrio...”,
explica la arqueóloga. Una vez recogido, se divide por
número de estrato y se mete en bolsas que, posteriormente,
se encargan de limpiar entre la arqueóloga y el personal de
obra. “El lavado es el primer paso una vez se ha cribado”,
apunta. Ahora mismo, expandidos por el almacén ya limpiados
hay entre 3.000 y 5.000 fragmentos, una cantidad
excepcional. No todas las piezas se encuentran de manera
manual, sino que muchas son retiradas con máquinas y después
cribadas con una malla de manera “muy minuciosa”, lo que
permite, por ejemplo, recuperar piezas tan pequeñas como un
alfiler. Tras limpiar las piezas -con agua, nunca debe
utilizarse jabón, y un cepillo para quitar la arena de borde
y superficie- se ponen a secar, colocadas según el tipo de
decoración. La arqueóloga realiza una memoria de todo el
trabajo.
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