La actual situación de crisis
viene desencadenando en nuestra ciudad una turbulencia de
hechos delictivos que, hasta ahora, resultaban infrecuentes
en una Ceuta que siempre se ha dicho que era tranquila. Bien
es verdad que los pistoleros del Príncipe, siempre han
existido pero no “butrones” en joyería del centro de la
ciudad, atraco en salón de juegos como el último, ni la
oleada de robos en colegios públicos. Una dinámica que no es
producto de la casualidad ni tampoco puede considerarse que
se tratan de hechos aislados.
El desencadenante que provoca esta situación no es mas que
el estado de necesidad, la crisis económica, con los
elevados índices de paro, la lucha por la supervivencia. El
atrevimiento de arriesgarse a estos niveles es consecuencia
directa de la falta de recursos. Que se den en una ciudad
como Ceuta, de la que siempre se ha dicho que era una
“ratonera”, cerrada por el Tarajal y el puerto, no intimida
a quienes, llevados de la desesperación, deciden
protagonizar estos hechos.
No tratamos de restarle importancia a lo que es delictivo ni
pretendemos disimular evidencias, aunque sí buscamos
profundizar en las raíces de una problemática sociológica
que requiere un estudio más profundo pero que, en un
análisis de los últimos sucesos encadenados, nos llevan a
considerar ciertas componentes coyunturales marcadas por las
circunstancias del momento. Se han de extremar las medidas
de prevención del delito porque el panorama pudiera ir “in
crescendo” a peor con las consecuencias negativas que, a
nivel social, pudiera derivar. En Ceuta no estamos
acostumbrados a tantas “incidencias” reiteradas y con tanta
variedad de modalidades. Hay que atajar la situación. No
valen excusas ni promesas: necesitamos realidades.
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