Aparte de por su décimo
aniversario, la masacre de Iraq ha vuelto a ser noticia
estos días tras la publicación de un vídeo en el que se
puede observar a soldados españoles torturando a un detenido
iraquí. Muchos se han llevado las manos a la cabeza ante tan
horrendas imágenes. Yo no formo parte de los soprendidos. El
paso de ser humano racional a monstruo sin escrúpulos es tan
sólo una de las penosas consecuencias que las guerras
imperialistas crean en aquellas personas que sin ningún
motivo moral se ven participando en ellas. Y es que, hay
quien se ve obligado a portar las armas para defender la
libertad o la democracia y hay quien no se pregunta nada y
dispara a alguien a quien no conoce por el simple hecho de
que se lo ordena un superior. Y porque cobra por ello. Ante
la falta de argumentos morales, a lo único a lo que se puede
recurrir para que un soldado dispare es a la mentira o al
odio irracional. Y para la guerra de Iraq nunca existieron
argumentos morales.
Diez años hace ya del inicio de aquella carnicería. Diez
años desde que el imperio norteamericano decidiera invadir
un país para robarle sus recursos naturales bajo las excusas
de unas armas de destrucción masiva inexistentes y la
liberación del pobre pueblo iraquí. Así es como los imperios
han entendido siempre que deben liberarse los pueblos:
asesinando a sus gentes. La ONU rechazó la invasión y los
pueblos de los países que decidieron apoyar a EEUU en su
empresa se manifestaron en contra de dicho apoyo (en España,
según encuestas del CIS, más del 90% de la población estaba
en contra de la guerra). Diez años después, el mundo es un
lugar peor e Iraq no es un país ni más libre ni más seguro.
Las fuentes más conservadoras hablan de unas 120.000
víctimas producidas por la guerra. Otros estudios, en
cambio, llegan al millón de pérdidas humanas por parte del
bando iraquí. En 2010, Wikileaks hizo públicos unos
documentos del Departamento de Defensa de Estados Unidos en
los que se aseguraban más de 60.000 muertes civiles y se
revelaba el uso sistemático de la tortura. George W.Bush,
máximo responsable de la matanza no ha tenido que responder
ante ningún tribunal internacional por ninguno de sus actos.
Tampoco lo han hecho Tony Blair, José María Aznar ni ninguno
de los mandatarios que apoyaron el genocidio. Durao Barroso,
entonces Primer Ministro de Portugal y cuarto en discordia
de aquel “trío” de las Azores es hoy el Presidente de la
Comisión Europea. Parece que los organismos internacionales
premian a este tipo de personas en lugar de castigarlas.
Patas arriba, el mundo al revés que decía Galeano.
La guerra de Iraq, como todas las guerras, la hicieron los
ricos y la pagaron -y la pagan- los pobres. Los hijos de los
ricos no van al frente. Son los hijos de las clases
populares los que van a morir y a matar para que los
empresarios del petróleo puedan seguir jugando a ser dioses
desde sus lujosas mansiones, y son las clases populares las
que cargan con los costes de las guerras de los pudientes,
los que ven como el dinero que ganan con su trabajo se
invierte en tanques y aviones destinados a matar a otros
trabajadores, en lugar de en Sanidad, Educación o ayudas a
sus familias. Con el negocio de la guerra, los ricos se
enriquecen y los pobres se empobrecen. Y son los pobres los
que mueren o los que vuelven a casa convertidos en monstruos
que torturan a sus detenidos. Lo dijo Marlon Brando en
“Apocalypse Now”: el horror, el horror...
|