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OPINIÓN - DOMINGO, 24 DE MARZO DE 2013

 
OPINIÓN / LA DIANA

Convivencia

Por Jauma


Hay muchas formas de enfocar el concepto, pero sobre todo es interesante cuando se hace desde puntos de vista opuestos, es decir en positivo y en negativo. Desde el prima de lo negativo, utilizado con frecuencia por parte de los agoreros del cataclismo y por aquellos a quienes el victimismo resulta rentable, es fácil ver que no hay integración, que se establecen diferencias, que no se respeta suficientemente la diversidad, que la lengua materna es maltratada, que así no se reducen las diferencias, se ahondan, que no resulta fácil destacar en un mundo hostil construido para otros.

En fin una larga retahíla, que puede ser constantemente ampliada y amplificada para dejar bien patente que es necesario actuar de una manera diferente, más acorde con la realidad, tal y como desde esa óptica se ve. Entendiéndose actuar de manera diferente como una especie de claudicación para unos y una necesidad inalienable para otros.

Si observan lo dicho, verán que intransigentes y sectarios los hay en todos lados, siempre tratando de establecer bandos, siempre buscando la confrontación, como una forma de conservadurismo que predica como máxima incuestionable el permanecer enrocado, cada uno con su verdad.

No es un fenómeno exclusivo de nadie, lo podemos ver en los nacionalismos mas recalcitrantes, o estás conmigo o contra mi, no hay término medio, y si estás contra mi, estás contra mi patria o mi bandera o mi credo, da igual siempre el elemento común es el posesivo mi.

Por otro lado se puede enfocar desde un punto de vista positivo, aquel que lo arregla todo desde el buenismo, desde el paternalismo, desde las trincheras de la modernidad, el progresismo y la íntima convicción de que todos somos puros y la mejor forma de conseguir alcanzar las más altas metas, parte de una idea simple, aquella que dice que todos los hombres son buenos por naturaleza. Aquí encontramos personas de todo tipo, desde las más sinceras e involucradas, hasta las más aprovechadas, desde almas cándidas, hasta siniestros personajes de fachada impoluta y trastienda, oscura que buscan trepar socialmente a costa de mensajes vacuos que encienden los ánimos y poco más.

Desde luego que entre una y otra trinchera existen innumerables posiciones intermedias, asociadas normalmente a la experiencia de cada cual y que matizan las ideas de acuerdo con razones más bien peregrinas, pero que adornadas con la suficiente dosis de demagogia resultan aceptables.

Si intentamos hacer un ejercicio de abstracción, en el que sin considerarnos mejores o peores que nadie, y sin pensar que nuestras ideas son las mejores.

Si nos desnudamos de todo prejuicio, sea de la índole que sea. Si en definitiva nos subimos a la rama más alta y tratamos de mirar hacia abajo, cada cual con su conciencia ¿Qué es lo que vemos? Es evidente que cada cual obtendrá experiencias y resultados distintos, derivados como decía antes, del bagaje social y educacional que a modo de mochila portamos sin que podamos prescindir de ella.

No se trata de obtener brillantes conclusiones, no se trata de alcanzar cumbres del pensamiento que aporten luz en las tinieblas, es algo mucho más mundano. Se trata nada más de observar, de enfocar, de aprender, de actuar. Se trata de entendernos a nosotros mismos y a los demás, de trabajar en el contexto de una realidad compleja, llena de contradicciones, de aspereza, entendiendo que todos formamos parte de un intrincado engranaje que debe a fin de cuentas funcionar, nos guste o no.

Por ello no es conveniente buscar verdades absolutas, no es adecuado pensar en una sola clave, creer en una sola respuesta a todas las preguntas que se plantean, ni ver una realidad poliédrica desde una sola de sus caras. Más bien diría que es todo lo contrario, los problemas se resuelven partiendo de la voluntad de todos lo implicados para resolverlos, sin esa voluntad común todo se convierte en fuegos de artificio.

Si partimos de esa voluntariedad, y nos equivocamos, seguimos hasta encontrar otra respuesta. Si aceptamos que a fin de cuentas estamos todos condenados a entendernos, entonces aceptaremos lo que en realidad ya sabemos, que juntos estamos mejor que separados.

Eso sí superando siempre obstáculos, no se trata de un camino de rosas, siempre habrá desencuentros, pero eso en sí mismo no es malo, lo que puede ser malo es cómo lo gestionamos.

Huyendo siempre de aquellos que tienen la solución universal, de aquellos que lo resuelven todo aprovechando las diferencias para subir más alto su cometa, esos son los verdaderos buscadores de desencuentros, los que siempre aparecen cuando el cielo se nubla para decirnos que va a llover.
 

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