Hay muchas formas de enfocar el concepto, pero sobre todo es
interesante cuando se hace desde puntos de vista opuestos,
es decir en positivo y en negativo. Desde el prima de lo
negativo, utilizado con frecuencia por parte de los agoreros
del cataclismo y por aquellos a quienes el victimismo
resulta rentable, es fácil ver que no hay integración, que
se establecen diferencias, que no se respeta suficientemente
la diversidad, que la lengua materna es maltratada, que así
no se reducen las diferencias, se ahondan, que no resulta
fácil destacar en un mundo hostil construido para otros.
En fin una larga retahíla, que puede ser constantemente
ampliada y amplificada para dejar bien patente que es
necesario actuar de una manera diferente, más acorde con la
realidad, tal y como desde esa óptica se ve. Entendiéndose
actuar de manera diferente como una especie de claudicación
para unos y una necesidad inalienable para otros.
Si observan lo dicho, verán que intransigentes y sectarios
los hay en todos lados, siempre tratando de establecer
bandos, siempre buscando la confrontación, como una forma de
conservadurismo que predica como máxima incuestionable el
permanecer enrocado, cada uno con su verdad.
No es un fenómeno exclusivo de nadie, lo podemos ver en los
nacionalismos mas recalcitrantes, o estás conmigo o contra
mi, no hay término medio, y si estás contra mi, estás contra
mi patria o mi bandera o mi credo, da igual siempre el
elemento común es el posesivo mi.
Por otro lado se puede enfocar desde un punto de vista
positivo, aquel que lo arregla todo desde el buenismo, desde
el paternalismo, desde las trincheras de la modernidad, el
progresismo y la íntima convicción de que todos somos puros
y la mejor forma de conseguir alcanzar las más altas metas,
parte de una idea simple, aquella que dice que todos los
hombres son buenos por naturaleza. Aquí encontramos personas
de todo tipo, desde las más sinceras e involucradas, hasta
las más aprovechadas, desde almas cándidas, hasta siniestros
personajes de fachada impoluta y trastienda, oscura que
buscan trepar socialmente a costa de mensajes vacuos que
encienden los ánimos y poco más.
Desde luego que entre una y otra trinchera existen
innumerables posiciones intermedias, asociadas normalmente a
la experiencia de cada cual y que matizan las ideas de
acuerdo con razones más bien peregrinas, pero que adornadas
con la suficiente dosis de demagogia resultan aceptables.
Si intentamos hacer un ejercicio de abstracción, en el que
sin considerarnos mejores o peores que nadie, y sin pensar
que nuestras ideas son las mejores.
Si nos desnudamos de todo prejuicio, sea de la índole que
sea. Si en definitiva nos subimos a la rama más alta y
tratamos de mirar hacia abajo, cada cual con su conciencia
¿Qué es lo que vemos? Es evidente que cada cual obtendrá
experiencias y resultados distintos, derivados como decía
antes, del bagaje social y educacional que a modo de mochila
portamos sin que podamos prescindir de ella.
No se trata de obtener brillantes conclusiones, no se trata
de alcanzar cumbres del pensamiento que aporten luz en las
tinieblas, es algo mucho más mundano. Se trata nada más de
observar, de enfocar, de aprender, de actuar. Se trata de
entendernos a nosotros mismos y a los demás, de trabajar en
el contexto de una realidad compleja, llena de
contradicciones, de aspereza, entendiendo que todos formamos
parte de un intrincado engranaje que debe a fin de cuentas
funcionar, nos guste o no.
Por ello no es conveniente buscar verdades absolutas, no es
adecuado pensar en una sola clave, creer en una sola
respuesta a todas las preguntas que se plantean, ni ver una
realidad poliédrica desde una sola de sus caras. Más bien
diría que es todo lo contrario, los problemas se resuelven
partiendo de la voluntad de todos lo implicados para
resolverlos, sin esa voluntad común todo se convierte en
fuegos de artificio.
Si partimos de esa voluntariedad, y nos equivocamos,
seguimos hasta encontrar otra respuesta. Si aceptamos que a
fin de cuentas estamos todos condenados a entendernos,
entonces aceptaremos lo que en realidad ya sabemos, que
juntos estamos mejor que separados.
Eso sí superando siempre obstáculos, no se trata de un
camino de rosas, siempre habrá desencuentros, pero eso en sí
mismo no es malo, lo que puede ser malo es cómo lo
gestionamos.
Huyendo siempre de aquellos que tienen la solución
universal, de aquellos que lo resuelven todo aprovechando
las diferencias para subir más alto su cometa, esos son los
verdaderos buscadores de desencuentros, los que siempre
aparecen cuando el cielo se nubla para decirnos que va a
llover.
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