Estamos presenciando continuamente
las quejas y huelgas del personal sanitario de los distintos
hospitales de diversas capitales de España reivindicando la
no privatización de la Sanidad, principalmente por lo que se
refiere a centros de hospitalización dependientes de la
Seguridad Social.
Y nos hemos preguntado, por poner un ejemplo, ¿qué sería de
la Enseñanza si no existieran los conciertos con la
privada?. Está demostrado que la concertación de los
servicios de enseñanza ha venido a resolver el grave
problema de falta de escuelas, instalaciones y profesores de
que antes se carecía, con los óptimos resultados que se
vienen obteniendo a más de la excelente calidad también
demostrada de profesores y, para mayor abundamiento de
datos, el ahorro que a la Administración del Estado le
supone un puesto de trabajo de la enseñanza concertada
comparada con la oficial.
A la vista de estos resultados y teniéndose en cuenta la
difícil situación económica en que se encuentra la nación,
algunas autonomías han optado por la privatización de los
servicios sanitarios y hospitalarios lo que, desde su
fundación por la Ley de 14 de diciembre de 1942 por la que
se implantaba el Seguro Obligatorio de Enfermedad, ha venido
rigiendo con innumerables modificaciones y ampliaciones de
servicios y atenciones sociales especialmente las que
extendían estos beneficios a trabajadores autónomos y
ciudadanía en general.
Pero ciñéndonos a la privatización de la sanidad, sin querer
menoscabar la excelente actuación de los profesionales que
ejercen sus funciones en la pública, funciones dignas de
todo elogio dada en la mayoría de los casos la falta de
medios personales y, como consecuencia de ello, la
masificación de enfermos en las consultas, a qué vienen esas
manifestaciones presenciadas diariamente en las televisiones
en defensa de una sanidad pública, cuando de hecho, ya
ciertos colectivos como el de funcionarios, personal de
defensa, etc. mantienen conciertos con entidades privadas
que atienden en el menor espacio de tiempo en consultas
particulares a sus enfermos y no digamos en intervenciones
quirúrgicas no de urgencia (hernias –de disco vertebral,
estómago o de intestino- cataratas, varices, etc.) que en el
estamento oficial tardan mas de un año en llevarse a cabo y
en la Privada se realizan inmediatamente, en centros
hospitalarios propios, con personal de plantilla de los
mismos y, lo que es mas importante, con unos costos
económicos inferiores a los que ocasionan los mismos
servicios a la Sanidad Oficial.
Luego tendremos que convenir que la Sanidad Privada, así
como lo hace la Enseñanza Privada, viene a ocupar un espacio
que, por las causas apuntadas, no puede atender la Pública.
Que todo ello, en definitiva, va en beneficio del paciente
y, por qué no decirlo, del personal estatutario que vería
aliviada su gestión y acción profesional. Otra cosa será la
desconfianza en la pérdida del puesto de trabajo de los
profesionales que, según nuestro criterio, no tiene razón de
ser, es mas: se crearían puestos de trabajo a los que
optaría la ingente cantidad de facultativos, diplomados,
auxiliar y otro personal de diversa cualificación que, por
desgracia, tanto abundan en las relaciones de paro de
nuestro país.
|