Me encuentro con un militante del
PP, cuyo nombre no menciono, porque él así lo quiere, que,
cuando me oye decir el nombre de Luis Bárcenas, se
expresa así: “Ese tío no es bueno ni picao pa albóndigas”.
Al militante del PP le salió del alma su andalucismo
cordobés. Al contestarme con esa locución, que indica que
uno es muy mala persona. Y dado que veo que no está el horno
para bollos, me despido de él en cuanto puedo.
Más que mala persona, según vengo comprobando cada día,
desde que surgió el lío del alpinista onubense, éste se ha
convertido en un demonio. Hasta el punto de que el
presidente del Gobierno se ha prohibido referirse a quien él
considera el Maligno en persona. Y creo que está cometiendo
un error mayúsculo.
Me explico: “Los enemigos son grandes según el miedo que nos
producen”. Y Mariano Rajoy, negándose a pronunciar
por sistema el nombre del extesorero y gran amigo suyo que
fue -no en vano llegó a poner la mano en el fuego por él,
cuando el célebre Congreso de Valencia-, está propiciando
que el miedo a Luis El cabrón se siga extendiendo en su
partido. Hasta el punto de que mentarlo deja paralizado a
cualquier afín a la derecha española.
Un gitano amigo, que se cantiñea bien y con quien llevo
hablando desde hace la tira de tiempo, cada vez que nos
tropezamos por las calles céntricas, me saca a relucir el
tema de Bárcenas para decirme que los del PP le tienen
“cangui” al charrán del tesorero. Se les nota que la jindama
les puede y los deja achantado.
A mí me encanta el vocabulario gitano. Me he criado entre
ellos, y me agrada sobremanera oír lo de “cangui”. Canguelo.
Vamos, Miedo. Derivado de ese “cangui”, recelo. Y qué decir
de jindama. De esa jindama que les tienen todos los que
tienen que temer algo de Bárcenas. Por cierto, le digo a mi
amigo: no me cabe la menor duda de que el extesorero carece
de lacha. Y él, con gran celeridad, me contesta: Manolo,
ese andoba no conoce la vergüenza.
Me despido de mi amigo, no sin antes que se arranque por lo
bajinis con un fandango del Corruco de Algeciras: “A
pedirme se acercó…”. Y a mí me anima tanto que acelero el
paso para presentarme en ‘El Mentidero’ y tomar asiento con
quienes comparto mesa los sábados. Por cierto, que ya
llevaba dos sin acudir a la cita. Y es que a mí cuando marzo
marcea se me quitan las ganas de muchas cosas.
Se me quitan las ganas de hablar de todo menos de fútbol.
Que es de lo que se habla hoy en todos los sitios de la
ciudad.
Es curioso: un partido de Tercera División ha conseguido que
la gente recuerde la extraordinaria labor que vienen
haciendo los directivos del Ceuta. Que eche la vista atrás
para comentar aquellos partidos de otrora entre algecireños
y ceutíes. Y a mí me toca contar anécdotas vividas como
entrenador que fui de ambos conjuntos. Las tengo, sin duda
alguna, varias y muy interesantes.
Cuando se habla de un Algeciras-Ceuta o la inversa, los
sentimientos se acumulan y los recuerdos afloran. Mañana
–hoy para ustedes- es más necesario que nunca que los
aficionados acudan al Murube. Para animar a un equipo que
viene haciendo una temporada magnífica. Porque están en
juego tres puntos vitales para hacerse un sitio entre los
cuatro primeros equipos del Grupo X de Tercera División. Y
quién sabe si, al final, el premio es gordo: es decir,
quedar el primero. Con lo cual habría muchas ventajas a la
hora de jugar la fase de ascenso. ¡Todos al Murube…!
|