Es sorprendente y difícil de creer que la preocupación en el
Partido Popular sea Alfredo Pérez Rubalcaba. Tal es la
desesperación, la falta de proyecto y la abundancia de
problemas de la formación conservadora, que centran sus
declaraciones en el líder de la oposición. Como táctica es
reveladora, pues ante los escándalos que se suceden en
Génova han optado, o eso parece, por desviar la atención
hacia el PSOE.
Desde hace poco más de un año, Mariano Rajoy es el legítimo
Presidente del Gobierno de España, mas nada se sabe del
programa electoral con el que se presentó. El Partido
Popular elaboró un documento, supuestamente adaptado a las
necesidades del país, pero no fue más que una mentira, una
ficción, un instrumento para llegar a La Moncloa por encima
del bien y del mal.
Los datos que nos preocupan a los españoles están ahora
mucho peor que cuando el gallego llegó al Gobierno. El paro
no para de crecer, exactamente igual que los impuestos, esos
que decía Rajoy que había que bajar. La sanidad y la
educación se ven afectadas cada día más por los recortes. El
PP está desmontando el Estado de Bienestar, objetivo
prioritario del neoliberalismo desde su misma fundación. La
crisis no vale como excusa.
Por si esto fuera poco, a Rajoy le crecen los enanos. El ex
tesorero antaño defendido hasta la saciedad, aparece ahora
como un enemigo que tiene en su poder algún tipo de
información que asusta en Génova. Las mentiras se han venido
sucediendo hasta este momento, y el Presidente se esconde
ante la prensa.
Los dirigentes populares, algunos de ellos en el Gobierno, y
el mismo Presidente están dando una imagen esperpéntica y
lamentable en relación al denominado caso Bárcenas. Todas
las informaciones e informes policiales han dejado a Rajoy
en una situación de extrema debilidad que le impide
querellarse contra Bárcenas y destituir a los ministros
Montoro (tras comprobarse que Bárcenas se ha servido de su
amnistía fiscal para desviar dinero) y Mato (después de los
escandalosos datos aparecidos en un informe de la policía).
Ante la situación el Presidente ejerce de gallego y espera a
que pase la ola, aunque en esta ocasión, más bien parece un
tsunami. No solo no ha dado una explicación convincente que
corte de raíz las dudas sobre su credibilidad, sino que se
ha contradicho a sí mismo. Primero negó los hechos
rotundamente: “Me bastan dos palabras: es falso”. Después,
se corrigió y afirmó: “No es cierto, salvo alguna cosa”. La
“cosa” que es cierta no se sabe cuál es, porque desde luego
él no la ha explicado.
Con todo lo que acontece y lo que cada día vemos en los
periódicos, el Partido Popular intenta desviar la atención
hacia la oposición, lo que supone un insulto a la ciudadanía
y una estrategia poco responsable. El país atraviesa una
grave crisis social, económica y política, con unas cifras
de paro absolutamente insoportables. La coyuntura requiere
un Presidente y un Gobierno fuertes, algo que no puede
aportar el actual, dada la situación. Por lo tanto, desde
las filas socialistas nos reiteramos, Rajoy tiene que
marcharse y dejar paso a otro Presidente que aporte la
estabilidad y la credibilidad interna y externa que hoy
necesita y merece España.
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