Hay quienes suelen preguntarme
sobre cuestiones relacionadas con los políticos y hasta se
atreven a apuntarme el nombre de alguno que lleva una vida
no acorde con los dineros que dice ganar como concejal de un
Ayuntamiento en el que nuestro alcalde está convencido de
que todos los miembros de su equipo son honrados a carta
cabal.
Eso sí, a nuestro alcalde, le digo a mi interlocutor de hoy,
nunca le ha dado por airear que pone la mano en el fuego por
nadie. Que yo sepa o me acuerde. Que a lo mejor sí la ha
metido y no nos hemos enterado. Vamos, que se ha atrevido a
comentarlo entre amigos y éstos han tenido a bien guardarle
el secreto. Aunque luego haya salido chamuscado, como mal
menor, del envite. Y no ha tenido que acudir, por tanto, al
servicio de quemados del Hospital Universitario.
-¿Me puede usted decir, De la Torre, quiénes son los
amigos del alcalde?
-Vaya, hombre, me coge usted descolocado. Lo siento. Pero
debo confesarle que nunca le he conocido un amigo. Lo que se
llama un amigo, como Dios manda, no creo que haya tenido
ninguno. Al menos, yo no lo sé.
-¿No le parece algo extraño?
-Pues no… Qué quiere usted que le diga. Ya que nuestro
alcalde se ha pasado toda la vida pensando en cómo saber lo
suficiente para convertirse en lo que es y jamás ha tenido
tiempo de relacionarse con nadie de manera afectuosa y
confiada. Y dado que ha conseguido casi todos los logros que
se ha propuesto, jugando muy bien sus bazas, ya me contará
qué necesidad ha tenido ni tiene de darse pote de tener
amigos. Es más, yo creo que nuestro alcalde se comporta como
un gato. Y ya sabemos que éste podría ser el mejor amigo del
hombre, pero nunca se dignaría reconocerlo. Ya que la
amistad compromete muchísimo.
-En cuanto a los enemigos, ¿qué puede decirme al respecto de
los que tiene el alcalde?
-Vaya pregunta que me hace usted, compañero. No se da cuenta
de que me pone en un aprieto. En fin, me imagino que los
enemigos se le habrán ido acumulando. Debido a que lleva más
de dos décadas en el cargo. Lo cual es mucho tiempo. Aunque
mientras conserve el poder los enemigos deberán contentarse
con hablar mal de él por detrás. Pues no conviene olvidar
que “todo poder es una violencia ejercida sobre las
personas”. Y la gente suele encogerse ante los poderosos.
-Alguien dijo que nada hay más terrible que un poder
ilimitado en manos de un ser limitado… ¿Qué le parece la
frase?
La pregunta de mi interlocutor se las trae. Así que prefiero
guardar silencio. Porque no está el horno para bollos. Y
procuro hacerme el lipendi. Vamos, como si no se hubiera
dirigido a mí. Y aguanto lo indecible callado. Pero el
hombre vuelve a la carga. Lo cual me pasa por darle bola a
cualquiera.
-¿Cree usted, Manolo, que la consejera de Fomento sigue con
el orgullo subido de tono tras haber sido amonestada en
público?
-Perdone, pero no sé de lo que me está usted hablando. En
todo caso, permítame recordarle que “el conocimiento es
poder si sabe qué hecho debes ignorar”. Y la señora de
Fomento, Susana Román Bernet, que de tonta no tiene
un pelo, sabrá a lo que me refiero. Así que no creo que lo
esté pasando mal por una reprensión de poca monta. Es más,
le puedo asegurar que seguirá defendiendo a ultranza a su
alcalde. Nuestro alcalde.
|