Los parados se quedaron en su
casa. Una vez más, el nulo sentido reivindicativo del que
hace gala Ceuta se dejó sentir en la manifestación de ayer
donde hubo quinientas personas de un registro de parados de
casi 13.000 personas. Una escasa representación, como signo
inequívoco de una evidencia: los parados se quedaron en
casa. Ahora bien, como dato positivo los jóvenes sí salieron
a manifestarse y con ellos nace un nuevo sector crítico: esa
juventud, cuyas tasas de desempleo son alarmantes en nuestra
ciudad y que demandan ya un cambio para acceder al mercado
laboral. Un sector que hay que comenzar a escuchar y que se
hace notar en la calle, aparte de en las colas del paro.
La incomparecencia de los desempleados que están inscritos
como tales o, al menos, una proporción importante de ellos,
“pasaron” olimpicamente de echarse a la calle. Una vez más,
Ceuta demuestra su nulo, sentido crítico con las políticas
que, en otras regiones españolas, se rebaten con más coraje
y contundencia. Para defender los mismos derechos, en Ceuta
el personal se muestra muy timorato y tolerante con una
permisividad que resulta incomprensible. Esta
despreocupación ciudadana por mostrarse en público es un
síntoma tradicional de las manifestaciones en Ceuta, sean
del tipo que sean, aunque en esta ocasión, el “leit motiv”
era la lucha contra el paro, los recortes y la corrupción
política. Tres aspectos que tienen a buena parte del país
revolucionado y que, en el caso de Ceuta, da la sensación de
resultar indiferentes a la inmensa mayoría. La pasividad
ceutí a la problemática nacional se hace patente en la
calle. Este sentimiento de “invisiblidad” se deriva más
hacia el conformismo que a una mayoría silenciosa de
aceptación. Con cerca de 13.000 personas sin trabajo, no
podemos interpretar, en este caso, el dicho de “quien calla,
otorga”. No es aceptable vivir sin trabajo o carecer de
ingresos y guardar silencio. Sería como sufrir y, encima,
reir.
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