Me sorprende grandemente, cuando
veo en la prensa del pasado sábado, nueve de marzo, que la
Ciudad no tiene previsto acogerse al segundo Plan de Pago a
Proveedores.
No lo puedo comprender, salvo que en las últimas semanas
hayan pagado algunas de esas facturas que “dormían el sueño
de los justos”, porque en su momento no las reconocieron,
por ... eso.
Es posible que los errores de reconocimiento de deudas que
no hicieron el pasado año los hayan subsanado ahora. Digo
que es posible, pero me asusta pensar que hayan podido girar
tanto como para darse cuenta que de ciertas deudas cercanas
a los 100.000€ y que reconocieron escasamente 20.000€ hace
un año, ahora hayan entrado en razón y hayan asumido lo que
realmente debían.
El consejero de Hacienda ha señalado que muchas facturas
quedaron fuera por estar duplicadas. A lo mejor lo que
ignoraba el señor consejero de Hacienda es que si se había
invitado, en las vísperas de los carnavales o de las
navidades a 700 personas a cenar y a bailar, yendo 350 el
lunes y otros 350 el martes, no era duplicidad de factura el
que se hiciera una de cada día. Eran dos facturas, una de
cada día. Por ejemplo.
Desde hace mucho tiempo, no me creo nada de todo lo que sale
de esa Santa Casa Madre, en lo que se refiere a deudas y a
dinero, como no me creo, ni me he creído que la Ciudad
debiera solamente 83 millones de € para pagar a los
proveedores.
Me parecería muy bien que la Ciudad Autónoma descartara
sumarse a la segunda fase del Plan de Pago a Proveedores que
ha puesto en marcha el Ministerio de Hacienda. Eso me
parecería muy bien si es que, de verdad, no se debe nada,
pero no me parecería tan bien, ni sería serio que si quedan,
y quedan, facturas sin haberse pagado, que esas facturas no
se paguen y los acreedores “pasen las de Caín” para
mantenerse, porque un organismo oficial no haya cumplido con
esos acreedores.
Desde arriba, desde el Ministerio de Hacienda ya se ha
publicado el procedimiento que regirá el segundo Plan de
Pago a Proveedores, puesto en marcha para saldar las deudas
que hayan contraído las distintas administraciones.
Bajo estas perspectivas y con la “solvencia” que siempre ha
caracterizado a la Ciudad, Martínez dice que ahora descartan
incurrir en una nueva deuda con el Instituto Oficial de
Crédito.¿Por qué?.¿Para que no les den “un tirón de
orejas”?. Dejemos que pase el tiempo y, un día, si todo no
está pagado, habrá que decirles que no supieron o no
quisieron cumplir con sus acreedores.
Martínez da un paso más, porque él sabe que hay facturas que
no se han pagado, y puntualiza que si existiera alguna
factura sin pagar se iría saldando con cargo a los fondos
ordinarios de la Administración.
La cosa se va aclarando:”quito de lo del futuro, para pagar
lo que debo del pasado”. Así nos entendemos mejor, aunque
entenderse con la Ciudad, si se trata de dinero,
últimamente, no es lo más fácil, y bien lo saben en la
propia Ciudad.
Vamos a ver si, por los pasos de otros tiempos, o por nuevas
andadas, se termina de pagar lo que se ha debido y se sigue
debiendo y si llega el momento en el que ya no se debiera
nada, eso sería lo mejor de todo, y sería la mejor noticia
que podríamos recibir todos los que pagamos nuestros
impuestos aquí. Eso debe quedar claro.
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