No cabe duda de que, a lo largo de
la historia, España ha sido uno de los modelos, para el
mundo entero, en cuanto a picaresca se refiere.
Es cierto que los primeros pasos de la literatura, en esta
situación, se dan con un niño que, zarandeado por los
mayores, no tiene más remedio que valerse por sí mismo, como
puede, para poder subsistir.
Es Lázaro el primer pícaro que aparece en nuestra historia,
casi con nombre y apellido, pero sin edad para haberse
podido valer, de otra forma, y para haberse desligado del
mundo que le rodeó.
Pero como los niños crecen, en lo bueno y en lo malo, la
picaresca, también, va a más y ya en el Guzmán de Alfarache
encontramos al pícaro de verdad, al truhán, al perfecto
sinvergüenza y desahogado que hace mucho más que
“simplemente robar” para poder subsistir y para justificarse
ante los otros y ante sí mismo.
Estamos ante el modelo que van a seguir, incluso en nuestros
días, otros personajes que lo tienen o lo tenían casi todo
para vivir y para vivir muy bien.
El Guzmán de Alfarache estuvo a la sombra de la universidad
y de todo lo que se podía cocer allí, especialmente, por los
malos estudiantes. Algo se debió pasar de los muros
universitarios y no precisamente lo bueno.
Ahí están dos marcas de nuestros pícaros, una la del niño
inocente, que se va maleando, la otra desatinada, como
desatinados son los últimos, muchos, pícaros que nuestra
democracia nos va proporcionando.
Ya parecía que se nos había olvidado que hace más de una
docena de años hubo un tal Luis Roldán que representó el
paradigma del sinvergüenza a ultranza al más alto nivel de
la picaresca española. Luis Roldán fue uno de esos cargos de
confianza del PSOE de Felipe González, en la década de los
90.
Roldán, por llegar a ocupar, ocupó uno de los cargos de más
prestigio, fue director general de la Guardia Civil, a la
que desplumó en poco tiempo, llevándose, incluso, la caja de
los huérfanos de este cuerpo. Una joya, vamos.
Ni el Alfarache, ni nadie, había sido tan tunante como fue
este personaje que, para más INRI, logró escaparse y se le
repescó de una forma no sé si pintoresca o rocambolesca pero
que se sepa, de lo que había “mangado” no devolvió nada.
Y ahora dos más, por un lado el famoso Bárcenas, para que el
PP y el PSOE no se tengan que echar nada a la cara uno y
otro..
Bárcenas debe haber controlado mucho dinero y de ahí se
debió ir pegando algo, poco a poco, a los dedos, algo o
mucho, porque a cualquiera se nos nubla la vista cuando se
habla de hasta 38 millones de euros que llegó a tener en
Suiza.
Hoy por hoy, nadie, a través de su trabajo honrado, puede
juntar esa cantidad de dinero, con lo que tantos millones
tienen que haber llegado por caminos tortuosos y más que
así. Más que de un pícaro aquí tendremos que hablar de un
golfo o de un supuesto golfo.
Y para cerrar el círculo, pero todo en las alturas, ahora,
también, Urdangarín. Un deportista de élite, que lo fue, en
un equipo famoso, y que se enamoró de una de las infantas,
pero que tras su matrimonio pensó que, a partir de aquí,
todo el monte era orégano.
Otro que tal baila, al ser yerno de quien era y marido de la
que lo era todas las puertas las mantuvo abiertas para
entrar, lo malo es que le han cogido con las manos en la
masa y la salida va a ser por la gatera, por la puerta de
servicio o se podría pasar algún tiempo entre rejas. No
estaría mal. La picaresca, pues, parece algo consustancial
con España.
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