Ha llegado, al parecer, el momento
de los populistas. El populismo se ha arraigado en los
países subdesarrollados y ha extendido sus tentáculos a los
países desarrollados, donde los pueblos están dando sus
votos para que los populistas sean quienes les gobiernen.
Que en los países subdesarrollados, donde abundan los
analfabetos, nada es de extrañar que sean los populistas los
que gobiernen, pero que esos mismos populistas se instalen
en los gobiernos de los países desarrollados parece una
incongruencia.
Sin embargo la prueba de ello la tenemos en Italia, donde
han triunfado dos populistas baratos que nada van a aportar
a la política y al desarrollo de sus país al que, como es
habitual en esa clase de gobernantes, le llevarán a la
ruina.
Cómo se hace el populismo. Los populistas son como aquellos
antiguos charlatanes, que recorrían los pueblos, vendiendo
elixir que alargaba la vida, jarabe que curaba cualquier
clase de enfermedad, pócimas milagrosas e incluso peines sin
púas para los calvos.
Y el personal los creía, comprándoles esas mercancías,
incluso los calvos les compraban los peines sin púas para
peinarse. Puede parecer la comparación ridícula pero es
cierto te venden humo para llevarse todo el dinero de la
personas de esos pueblos y cuando los pueblos despiertan y
se dan cuenta de la estafa a la que han sido sometidos,
ellos se marchan con los bolsillos llenos, dejando a los
pueblos en la miseria.
Lo primero que hacen los populistas, es decirte lo que
quieres escuchar y tú le das tu voto para que gobiernen,
porque con ellos en el gobierno de tu país, vas a vivir como
jamás has vivido. Seguidamente crean una policía paralela,
encargada de los trabajos sucios para aquello que van contra
sus deseos. Al mismo tiempo, toda la riqueza del país la
emplean en comprar armamentos y ayudar a otros gobiernos,
donde al frente de los mismos, esté otro populista.
Todos aquellos que les rodean y son de su absoluta
confianza, vivirán a cuerpo de rey, que diría la sabia de mí
abuela, mientras al pueblo llano se le racionaran los
alimentos de primera necesidad y la corrupción aparecerá con
más fuerza que nunca.
El apoyo de esos incondicionales, los únicos que viven bien,
se demostrará a cada momento, incluso si se pone enfermos,
saldrán a la calle portando pancartas y rezando para que su
amado jefe sane de cualquier enfermedad que haya podido
coger. Para eso es su amado jefe, su ídolo, su dios.
La oposición, los que no viven del cuento, los que de verdad
quieren sacar a sus pueblos de la miseria en los que le ha
metido el populista de turno, dictador barato, para sus
fieles seguidores, o sea para los que viven bien, son los
demonios que quieren acabar con su ídolo de los píes de
barro.
Pobres pueblos donde gobiernan esos populistas, vendedores
de pócimas milagrosas y de peines sin púas para los calvos,
vencedores de humo, trincones y charlatanes baratos que
llevan a sus pueblos a la miseria. Pero eso, para desgracia
de la Humanidad, es lo que está imperando en los momentos
actuales, gracias a la enorme corrupción existente y la poca
credibilidad que tiene la clase política.
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