La actuación de un grupo de
individuos que se “entretienen” haciéndole perder el tiempo
al Cuerpo de Extinción de Incendios con salidas inútiles
para sofocar pequeños fuegos provocados con el plus añadido
de ser apedreados, encima de todo, es una práctica por
desgracia habitual últimamente en la barriada del Príncipe y
que preocupa a los bomberos pudiendo generar una situación
que llevaría a derivar en inseguridad. Sí, inseguridad para
los bomberos pero también para los propios vecinos cuando se
obligue a montar un dispositivo de acompañamiento para
proteger a los bomberos de actos vandálicos de
apedreamientos y que, mientras se monta, pueda perderse en
una situación seria y grave, un tiempo precioso en la
intervención. No caben excusas ante una situación de
irresponsabilidad tal como la que vienen provocando
individuos que tienen por “entretenimiento” apedrear a un
servicio esencial como los bomberos.
Las emboscadas traicioneras y organizadas son actos tales de
cobardía que, aparte de no tener ninguna gracia, suponen un
atentado a la seguridad de los propios vecinos de la
barriada y de los mismos bomberos que acuden a socorrerles.
Puede darse el caso de que, de tanto avisar de que viene el
lobo, éste llegue de verdad algún día y se interprete como
una broma más de los individuos en cuestión. Si ya las
intrincadas calles de la barriada son un verdadero
jeglorífico por el desorden urbanístico de máxima
ilegalidad, no digamos lo que puede suponer acudir con temor
a extinguir un fuego o bajo la presión de sentirse
amenazados, como les sucede a los bomberos. Este tipo de
comportamientos delictivos, van mucho más allá de una simple
gamberrada, representa una provocación impune desde el
anonimato y una encerrona intolerable que deriva en
inseguridad para la población allí residente así como para
quienes van a socorrerles con la mejor disposición.
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