Mentir no es sólo decir lo que no
es. También y sobretodo significa decir más de lo que es, y,
en lo que respecta al corazón humano, decir más de lo que se
siente. Albert Camus, en relación con lo reseñado,
dijo que es algo que hacemos todos para simplificar la vida.
En suma: hizo elogio de la mentira.
Atendiendo a esa forma de pensar, comprendo que María
Dolores de Cospedal hizo bien mintiendo, días atrás,
durante sus declaraciones acerca de cómo han sido las
relaciones laborales de Luis Bárcenas y el PP. Cierto
es que si la mentira es una forma de talento, como ya dijera
el filósofo de turno, las propaladas por la secretaria
general de los populares dieron motivos suficientes para que
fuera tenida como la primera tonta del bote de España.
Sí, ya sé que ustedes dirán que es Abogada del Estado y no
sé qué mas, pero también los habrá que nos recuerden que el
mundo está lleno de tontos -y tontas- con muchos títulos. Y
la señora de Cospedal, que yo sepa, no ha sido ridiculizada
por sus mentiras, por propios y extraños, sino por no mentir
bien. Lo cual es inexplicable: ya que si por algo se han
distinguido siempre las secretarias es porque se han pasado
media vida falseando la realidad con arte.
Para mentir hay que darle al asunto un aire indiscutible de
seriedad. Así que no me negarán ustedes que la persona que
mejor miente en España es Mariano Rajoy. Lo hace con
tanta solemnidad que no se le notan sus trolas ni cuando
permanece silencioso. Y para qué hablarles de cuando decide
contarnos cosas irrelevantes para despistar. Jamás he visto
a nadie irse más y mejor por los cerros de Úbeda.
En el caso del presidente del Gobierno, también hay que
darle matricula de honor por haber asumido que “vivimos
gracias a la mentira, que un mundo sin mentiras es un mundo
que no sólo asusta, sino que es radicalmente inhabitable”.
De hecho, debido a la forma de ser de don Mariano, los
españoles estamos disfrutando más que nunca de serlo.
Fechas atrás, un amigo me decía que a su condición de
mentiroso, unía Rajoy otra indiscutible que le adjudicaban a
Francisco Franco: Sabía siempre cuál era su objetivo,
equivocado o no. Y buscaba los medios precisos para llegar a
él. A veces –muchas veces- el medio utilizado para lograr el
fin era el silencio, el paso del tiempo, el agotar la
capacidad de resistencia del opositor.
Mira por dónde es Rajoy quien lleva un franquito en su
interior y sin embargo quien tiene la fama de poseerlo es
nuestro ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.
Cría fama y échate a dormir. Y es que los refranes son
experiencias vividas.
A propósito: no se me quita de la mente la mala fama que ha
ido adquiriendo Luis Bárcenas. A quien ni siquiera sus
mentiras le han concedido el derecho a ser tenido por el
hombre más inteligente de España. Excepto en Ceuta. Por
supuesto. Que aquí el más inteligente es el secretario
general de CCOO. En lo suyo, claro está. No vayan a
confundirse.
Sigo con Bárcenas. Un tío que, siendo tesorero del PP, ha
conseguido tener una cuenta en Suiza de 38 millones de
euros, sin que nadie se diera cuenta de cómo actuaba, está
más que preparado y legitimado para sustituir a Montoro
y a De Guindos. Cuyas mentiras carecen de enjundia. E
incluso me voy a permitir mirar más hacia arriba: ¡qué bien
le vendría a Tarcisio Bertone, camarlengo del
Vaticano, el extesorero popular como responsable de la
“cámara del tesoro” de la Iglesia Católica!
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