Archisabido es lo mucho que le
gusta a Juan Luis Aróstegui convocar conferencias de
prensa. Es algo que lo ha fascinado siempre. Sentirse el
centro de la atención de los periodistas ejerce sobre él una
atracción desmedida. Ni siquiera el paso de los años ha
conseguido que esa pasión desaforada por las ruedas de
prensa haya menguado un ápice. Se lo pasa en grande. Porque
está convencido de que es tan buen comunicador como para
encandilar a cuantas criaturas acuden a su encuentro. A la
llamada de quien sigue jactándose de ser el hombre más
inteligente de Ceuta.
En octubre de 2010, cuando el mes estaba dando las
boqueadas, el personaje más talentoso de la ciudad reunió a
la prensa en general para hablar sobre las irregularidades
habidas en la compra de muebles para la Manzana del
Revellín. Siendo de lengua fácil y muy dado a demostrar su
arrojo, Aróstegui decidió tirarle a degüello a Francisco
Sánchez Paris: Jefe de Gabinete de nuestro alcalde.
Y la mejor manera de hacerlo era acusándolo de ser quien
había manipulado la compra de mobiliario con fines
interesados. En rigor: el sindicalista lo acusó de ser el
responsable de una contratación pública fraudulenta. Y se
quedó tan pancho. Tal vez pensando que Sánchez Paris no
pasaba por su mejor momento en su cargo y aprovechó la
ocasión para demostrar, una vez más, de lo que es capaz de
hacer con tal de satisfacer su ego.
La denuncia del injuriado Sánchez Paris llegó bien pronto.
Tan pronto como yo escribí de la conciliación que tendría
lugar en el mes de diciembre. He aquí un párrafo de
entonces: “¿Qué dirá Aróstegui en el acto de conciliación
que ha sido fijado para el día 13 de diciembre? ¿Cantará la
gallina o seguirá manteniendo, con su tan cacareada
seguridad, lo declarado contra el Jefe de Gabinete? ¿Será
capaz de presentarse ante el secretario del juzgado o
depondrá su actitud e irá deprisa y corriendo a pactar con
Sánchez Paris, con el fin de no verse obligado a presentarse
a una cita judicial que le puede hacer quedar peor que
Cagancho en Almagro, o dar motivos para que celebre un
juicio contra él?”.
Pues bien, durante la conciliación, el hombre más
inteligente de Ceuta se ratificó en lo ya denunciado contra
Sánchez Paris, demostrando que sus facultades son tan
limitadas porque siempre cree tener razón En este caso, como
en muchos otros, no la tenía y cayó en la esterilizadora
sinrazón. Algo de lo que ya habló Goethe en su día.
La sinrazón del muchacho fue abortada en cuanto el
injuriado, Sánchez Paris, decidió seguir con el proceso.
Entonces, al verse entre la espada y la pared de tener que
soportar un juicio por calumnias e injurias, cantó la
gallina. Pero le dijeron que nones. Que la cosa iba en
serio. Y se acoquinó en cuanto se vio en el banquillo de los
acusados.
En el banquillo de los acusados, el muchacho que tanto
gallea en las conferencias de prensa, se vino abajo en un
suspiro. Ante la rechifla de cuantos fueron testigos de cómo
se la envainó. Aunque lo hizo carente de gallardía:
declarando no tener pruebas. A ver quién lo va a creer
cuando vuelva a la carga contra alguien.
Pero quedaba lo más lamentable. Que fue cuando Aróstegui
dijo que la alusión a Sánchez Paris fue tangencial, vamos,
una acusación de poca monta; pero que los medios de
comunicación le habían dado mucha importancia. Y a partir de
ahí, si le hubiesen seguido apretando las tuercas, se habría
quedado en nada. En lo que es… No hace falta ofender.
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