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OPINIÓN - JUEVES, 28 DE FEBRERO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Yolanda y sus deslices
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El martes pasado, en cuanto Undiano Mallenco dio por terminado el partido Barcelona-Madrid, sentí que mis interiores eran recorridos por una enorme alegría. Me embargaba una excitación agradable, capaz de hacerme olvidar la cantidad de problemas que nos acucian a los españoles.

Entusiasmado por la victoria del Madrid, y por cómo la logró, estuve en un tris de llamar a Yolanda Bel; tan futbolera como seguidora de mi equipo; pero me abstuve en el último momento. Me frené en seco. Incluso me pregunté cómo era posible que yo quisiera compartir mi gran contento con la consejera de Presidencia, Gobernación y Empleo, cuando hace un mundo que no hablo con ella. Y hasta tengo la certeza de que me tiene entre ceja y ceja. Vamos, que ya he colmado el vaso de su antipatía hacia mí.

Digo que tengo la certeza de su desafecto, porque sé de buena tinta que no me puede ver ni en pintura; ya que en ocasiones no se ha parado en barras a la hora de enjuiciarme de mala manera ante quienes ella creyó oportuno. Olvidándose de que uno tiene ojos y oídos donde menos se espera.

Eso sí, cada vez que a mí me han puesto al tanto de la tirria que me tiene Yolanda Bel, me he resistido a creerlo. Por dos motivos: uno, porque su garabato hizo posible que yo fuera tolerante con algunas de sus meteduras de pata, que las tuvo, claro que sí, cuando era la portavoz del gobierno. Otro, porque siempre le dispensé un trato excelente. Insisto: quizá atrapado por su garbo.

Sea como fuere, que tampoco está uno para hacer ostentaciones de sus gustos femeninos, con el debido respeto, faltaría más, la verdad del cuento es que nuestra política más destacada y apreciada, hasta ahora, en el gobierno, ha empezado a dilapidar lo que tanto le costó ganarse: la consideración y el respeto de quienes sabemos que gobernar no es fácil. Máxime cuando YB ha estado siempre situada en primera línea de combate.

En primera línea de combate en todos los cargos que ha venido desempeñando. Que han sido varios y, sin duda alguna, todos ellos preñados de responsabilidades. Tantas, que cualquier desliz ha servido para que propios y extraños la pusieran a caer de un burro. Cuando le llovían los improperios, por ser uno de natural piadoso, tardaba un amén en salir en su defensa. Convencido de que YB era una criatura digna de ser defendida por este modesto escribidor en periódicos. Sin pedir nada a cambio. Ya que servidor vive con lo justo y no necesita poner la mano en forma de bandeja. Costumbre inveterada de ciertos “plumillas” de la tierra.

Ciertos “plumillas” de la tierra que ahora se han olvidado de lo mal que lo está pasando la consejera de Presidencia, Gobernación y Empleo. Debido a que a cada vez son más las equivocaciones que viene cometiendo. Y no se atreven a ponerle siquiera cuatro líneas estimulantes, a fin de que vaya superando el bache en el cual está sumida. Más que bache, paréceme que nuestra Yolanda Bel está metida de hoz y coz en un socavón.

Más bien un monumental socavón. Del cual, de seguir empeñada en lo que está empeñada…, le será imposible aflorar a la superficie. Y a mí me da mucha pena no poder tenderle la mano a una mujer con tan buen palmito. Ya que ella, YB, se obstina en seguir transitando por caminos tortuosos. En los que nunca hallará consuelo para sus deslices como autoridad. Que no cesan. En suma: se impone evitarle el marchitamiento político. Pero si ella no quiere, con su pan se lo coma. Así de fácil.
 

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