Una treintena de residentes del CETI (Centro de Estancia
Temporal de Inmigrantes), 38 estudiantes de 2º de
Bachillerato de tres centros de Barcelona, cinco profesores
y seis monitores participaron ayer en una jornada de
convivencia en el CETI. Los profesores destacaron que los
jóvenes “tienen mucho que aportar” pero que para ello hay
que ofrecerles oportunidades, porque si no, se quedan con
los valores imperantes en el mercado”. También los
inmigrantes aprenden con esta experiencia “cómo es la
realidad en la península, y que no todo es tan maravilloso
como piensan”. Unos y otros compartieron sus visiones de la
vida.
“A los inmigrantes, les contamos que en la península no todo
es tan maravilloso como ellos piensan y no nos creen, ahora
los estudiantes les cuentan sus vivencias, les hablan de la
crisis que hay y a ellos sí les creen”, explican dos
técnicas del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).
Este fue uno de los muchos comentarios que compartieron ayer
38 adolescentes catalanes y una treintena de residentes del
CETI.
Los chicos, de 17 años, estudiantes de 2º de Bachillerato de
los centros escolares, en Barcelona, Caspe, Juan XXIII y
Clot, junto a cinco profesores y seis monitores -estudiantes
universitarios que cuando estaban en los colegios estuvieron
en esta actividad- participaron ayer en una jornada de
convivencia en el CETI, que lleva siete años celebrándose.
Los estudiantes estarán en Ceuta toda la semana, el domingo
visitaron la frontera y mantuvieron encuentros con las
Fuerzas de Seguridad que allí operan, quienes les explicaron
cómo funciona el paso migratorio. Hoy tienen previsto viajar
a Tetuán para conocer un centro de niños huérfanos.
“Para comprendernos tenemos que conocernos y para conocernos
tenemos que encontrarnos”, escribe Juan Miguel Blasco,
director del CETI, en el tríptico de la actividad. Destaca
además cómo este encuentro sirve a los chavales para exponer
su “visión de la inmigración” y a los residentes “para
contar sus expectativas” acerca de la península.
Jornada de encuentro
Los chavales realizaron talleres de encuentro, risoterapia y
expresión comunicativa para terminar con una actuación
musical por parte de los residentes. La nueva coordinadora
de programas del CETI, Teresa González, y dos de los
profesores que han participado, David Gindulain y Ricard
Dastis, destacaron que esta actividad “ayuda a ofrecer una
nueva mirada de la inmigración a los jóvenes”. “Tienen 17
años y están en un momento de indecisión, este tipo de
actividades les da nuevas expectativas acerca de cómo
enfocar sus vidas”, apunta.
“Tienen miedo a lo diferente y aquí se olvidan de ese miedo,
los jóvenes tienen mucho que aportar pero para eso hay que
ofrecerles alternativas, si se les da oportunidades, ellos
las cogen, pero si no, se quedan con los valores imperantes
en el mercado. Diariamente conviven con la palabra crisis,
pero si propones, ellos responden”, matizan sus profesores,
quienes destacan que esta actividad está integrada “por la
vivencia y la reflexión”.
“Pueden transformar la sociedad, hacer voluntariados”,
explican los profesores, quienes agregan que en el colegio
les dan esa oportunidad.
La coordinadora de programas destaca también lo
“fundamental” de que se “conozca la realidad”, las de unos y
las de otros. Por su parte, Rocío Álvarez, técnica de
integración en el CETI y perteneciente a Cruz Roja, explica
que tras esta experiencia muchas veces los residentes y los
chicos se intercambian los contactos para mantener amistad.
Una situación que este año ha sido prohibida por los
profesores -explican alumnos- por problemas que ha generado
otros años. En cualquier caso, chavales y residentes
disfrutaron mucho del encuentro.
|