En el Debate sobre el Estado de la Nación del pasado
miércoles se asistió a una nueva entrega del circo PP-PSOE.
Mariano Rajoy y el Partido Popular demostraron, una vez más,
que ante la falta de argumentos y de vergüenza, lo único a
lo que un Gobierno servil puede aferrarse para intentar
justificar su continuidad en el poder es a la poliquitería
barata, a la mentira y al “y tú más”. Del otro lado, el
PSOE, en su habitual ejercicio de hipocresía, atacó y
criticó públicamente unas políticas que en privado no pueden
sino apoyar. Sí, el PSOE, en general, y si es coherente,
debe apoyar las políticas de Rajoy, ya que tanto
“socialistas” como “populares” acordaron reformar el
artículo 135 de la Constitución en agosto de 2011,
anteponiendo el pago de la deuda a las necesidades sociales
de los ciudadanos. De esos barros, estos lodos. Ambos son
igual de culpables, ya que ambos se pusieron de acuerdo a la
hora de vender nuestra soberanía a los bancos extranjeros,
lo que significaba ponerse a su servicio, recortar, recortar
y recortar. El Congreso es una mentira, pues las decisiones
no se toman ahí, sino en la Troika. El discurso de Rajoy es
una chorrada, al igual que el de Rubalcaba. Los dos saben
que están de acuerdo en lo fundamental, pero los dos
contribuyen al circo y se pelean como si uno estuviese en
las antípodas ideológicas del otro, como si uno fuese la
solución a los problemas creados por el otro. Los dos dan
vergüenza ajena, pero mientras uno es, desde hace tiempo, un
cadáver político, el otro es, por desgracia, el Presidente
del Gobierno, de ahí que sea en éste último en quien debemos
pararnos, pues el PSOE es ya un partido muerto y enterrado.
El problema es que nada de lo que sale de la boca de Rajoy
es ni tan siquiera digno de analizar. Es tal el nivel de
mentiras, de retórica mala, de falta de pudor, de palabras
huecas, de mal gusto, de baboseo y de prostitución de
aquello que debiera ser la política que uno ya no sabe ni
por donde empezar.
Algunos han dicho, tras escuchar sus palabras, que este
hombre debe vivir en otro planeta. Yo no estoy de acuerdo.
Rajoy no vive en otro planeta; Rajoy, simplemente, es un
mentiroso profesional. El número de mentiras que ha escupido
durante todos sus años en la política daría para una docena
de libros, de los cuales la mitad podrían tratar en
exclusiva sobre su año en La Moncloa. Que se cuelgue
medallas hablando de la reforma laboral y de sus buenos
frutos, o que tenga la cara dura de hablar positivamente
sobre los avances de su Gobierno en campos como el empleo
juvenil, el paro, la Sanidad o la Educación no obedece, como
ya digo, a que esté en otro mundo o a que sea un profundo
idiota que ignora la realidad de su país, sino a una falta
de escrúpulos que lleva puliendo desde hace muchos años y
que produce que la mentira y el engaño adopten en él una
naturalidad digna de estudio. En él y en la mayoría de sus
defensores, incluidos miembros del Ejecutivo ceutí que, como
buenos palmeros, se dedican a aplaudir y a sonreir
entusiasmados ante la cínica farsa de su patético líder.
Por cierto, mientras aquí se interpretaba una obra de teatro
en el Congreso, en Bulgaria el Gobierno dimitía en bloque
tras diez días de manifestaciones masivas en contra del
precio de la electricidad, la corrupción y los recortes.
Aquí no dimite nadie, ¿les empujamos con más fuerza?
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