La ceremonia solemne de entrega de
galardones al cine español puso de manifiesto la capacidad
de interpretación de unos artistas mimados económicamente
por el progresismo español. Actores y actrices integrados en
movimientos cercanos ideológicamente a quienes llevaron a
este país a las peores cifras macro económicas de nuestra
historia democrática, mientras ellos permanecían en el más
absoluto silencio.
Los ciudadanos aun recordábamos como los ejecutivos de José
Luís Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba ejecutaban
duros recortes contra pensionistas, desempleados y
trabajadores, mientras los responsables en materia de
Educación y Cultura subvencionaban con cuantiosas ayudas
económicas unas producciones cinematográficas protagonizadas
por las Verdú o Peña que fracasaban estrepitosamente en las
pantallas españolas, demostrando la veracidad de la frase
“el silencio tiene un precio”.
Debo destacar en la gala de los Premios Goya las
interpretaciones de Maribel Verdú, actriz galardonada, que
apoyó en su discurso a los desahuciados cuando ha
protagonizado diferentes spots corporativos de Unión de
Créditos Inmobiliarios, una entidad cuya principal actividad
está dirigida a la financiación de hipotecas, denunciada por
las asociaciones anti desahucios o la de Candela Peña,
acusando a un Hospital público por no atender adecuadamente
a su padre fallecido, una acusación desmentida con
posterioridad por la dirección del centro hospitalario.
En definitiva, actuaciones que demuestran, en primer lugar,
la calidad de estos artistas y, en segundo lugar, explican
claramente el porqué de las subvenciones recibidas de los
ejecutivos socialistas. A pesar de todo ello, los ciudadanos
somos plenamente conscientes de la demagogia desplegada, por
quienes han recibido ingentes cantidades de ayudas públicas,
en la que debería haber sido la noche del cine español, una
noche de reconocimiento a la excelente labor desarrollada
por los profesionales de nuestro cine. Sin ninguna duda,
demagogia sobre el escenario.
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