El Gobierno de Evo Morales ha vuelto a nacionalizar una
empresa española, un acto que este español aplaude. ¿El
motivo? mi convicción de que los sectores estratégicos de la
economía de un país deben estar al servicio del pueblo y no
constituir un objeto de negocio para manos privadas, ya sean
éstas nacionales o extranjeras. La nacionalización en sí no
significa nada, sólo es el paso de unas manos a otras. Ahora
hay que ver el uso que se le dá, pero de momento es un
avance.
Algunos patriotas de tres al cuarto habrán vuelto a
considerar este hecho como un ataque a España. Yo es que,
miren ustedes, no soy de los que confunde intereses de
empresas con intereses de ciudadanos y sé que esa patria
creada por la derecha es el invento de las clases poderosas
para que las clases populares defiendan sus intereses. Ver a
un parado defender los intereses de Repsol no deja de ser
triste y llamativo. Yo siento amor por mi país, formo parte
de él, pero antes que patriota soy internacionalista y lo
que considero que es justo para mi país, lo considero
también para Bolivia. ¿Habrá trabajadores españoles
afectados? Seguramente, pero yo, antes de pensar en esos 20,
30 o 500 trabajadores españoles, pienso en millones de
ciudadanos del pueblo boliviano, un pueblo que ha decidido
soberanamente hacer pública una empresa privada. Yo, como
español, no deseo que los intereses de unos pocos españoles
sean la desgracia de los demás pueblos y utilizar a los
trabajadores españoles afectados por esta medida para
condenar a la medida en sí es un ejercicio de manipulación
repugnante y repulsivo, algo que no es de extrañar en esa
derecha que confunde patriotismo con racismo y chovinismo.
Esos trabajadores españoles no son responsabilidad de
Bolivia, sino del Gobierno Español. Otra cosa es que nuestro
Gobierno sea un inútil incapaz de cumplir con las
necesidades básicas de sus ciudadanos, pero eso no es culpa
de Evo Morales. Un Presidente debe pensar en lo mejor para
su pueblo y Evo, a diferencia de Mariano, lo hace. Evo
desafía al poder económico y nacionaliza empresas en
beneficio de su pueblo; Rajoy privatiza ganancias, socializa
pérdidas y gestiona en favor de que las empresas privadas
hagan negocio con derechos básicos como la sanidad. Evo
Morales sabe que su decisión es cercana a las peticiones no
sólo de su pueblo, sino de otros pueblos como el español, de
ahí que haya afirmado que de romperse las relaciones con el
Gobierno español, el Gobierno boliviano las mantendrá con
sus movimientos sociales. La izquierda latinoamericana
construye patria para los pueblos, mientras la derecha
mundial (y aquí entra tanto PSOE como PP) construye patria
únicamente para los ricos.
Hablando de patrias y patriotas, no son pocos los que han
salido en defensa del ex futbolista “patriota” Salva
Ballesta durante estos días, afirmando que se le maltrata
por “sentirse español”, cosa que no es cierta. A Ballesta le
ha pasado lo que le ha pasado (algo que no entro a valorar
si está justificado o no, básicamente porque me da igual)por
ser un fascista, algo que ha demostrado en numerosas
ocasiones, por ejemplo, cuando afirmó que llevaba escrito en
sus botas el lema franquista “Arriba España”, o cuando
despreció las leyes del Estado de Derecho afirmando que el
tema del terrorismo había que “dejárselo a quien había que
dejárselo y se solucionaba”, o cuando dijo en una entrevista
que admiraba a aviadores franquistas y nazis. No me cuenten
historias. Este señor no es un patriota, sino un fascista.
Dice que se siente español, claro. El problema es que tanto
él como la gente que opina igual que él, es decir, la
extrema derecha obtusa, piensan que para sentirse español es
necesario albergar sentimientos de la extrema derecha. Es
algo que hemos heredado del franquismo y de su cruzada
contra la “antiespaña”. Como hicieran los fascistas
clásicos, el ex futbolista dice que no es de izquierdas ni
de derechas, sino español, sencillamente porque para él ser
español es en sí mismo una ideología. No necesita decir que
es de derechas; ser un verdadero español es lo mismo. Para
esta clase de gente, una persona de izquierdas jamás podrá
ser un “español”, igual que para un nazi, los judíos o los
negros no podían ser considerados alemanes. Por cierto,
¿habrá salido a manifestarse este patriota en favor de los
derechos sociales de sus compatriotas? No lo sé, pero
permítanme dudarlo, ya estoy más que cansado de ver como el
patriotismo de derechas es un patriotismo que ama banderas,
pero que desprecia a ciudadanos.
Los verdaderos patriotas son los que defienden los derechos,
las libertades, la soberanía y el bienestar de sus
conciudadanos y no los que celebran sus goles haciendo el
saludo militar. Evo Morales sí es un patriota; Salva
Ballesta, un fantoche.
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