Los ceutíes debemos ser
conscientes, que aceptar la existencia de una lengua propia
para un determinado colectivo, constituye el primer paso de
quienes tarde o temprano elevarán sus exigencias
reivindicativas. Es momento de recordar la utilización en
nuestro pasado más reciente del término “discriminación
positiva” en relación a la pretensión de establecer
políticas, que otorgasen a un determinado colectivo un trato
preferencial en el acceso o distribución de ciertos recursos
o servicios.
La aparición de la coalición Caballas significó un cambio
sustancial en las estrategias políticas utilizadas hasta ese
mismo instante por la primera formación política en la
oposición parlamentaria, como consecuencia directa de las
“influencias” de los nuevos socios. Por primera vez tuvimos
la oportunidad de escuchar la nueva acepción que denominaría
a partir de ese momento al dialecto hablado en el norte de
Marruecos desde tiempos inmemorables “árabe ceutí” en
sustitución del término tradicionalmente utilizado “dariya”.
A pesar de los trabajos realizados por expertos arabistas
por encargo de los dirigentes de la coalición, el “dariya”
es un dialecto utilizado por los habitantes de una zona
determinada del norte de Marruecos, especialmente
influenciado por las lenguas coloniales existentes en la
zona (español y francés) así como, por las diferentes
lenguas nativas bereberes. Un dialecto de uso exclusivamente
oral, que debe utilizar el árabe moderno en su expresión
escrita.
Por tanto, nos encontramos ante una lengua inmigrada
proveniente de un tercer país a pesar, de la planificada
campaña mediática emprendida por quienes se autodenominan
únicos defensores de los intereses de todos los ceutíes
pero, que en realidad representan el sectarismo más radical
de nuestra sociedad al obviar intencionadamente, que en esta
ciudad conviven diferentes culturas, que también poseen su
propia lengua materna.
|