Una usuaria y su marido critican el trato recibido en el
Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) al acudir
ella ayer a la consulta con su médico para la revisión anual
de su tratamiento por problemas del estómago crónicos.
La señora, según explica el cónyuge, acudió a la consulta,
en la que en lugar de su médico habitual estaba otro
facultativo sustituyéndolo.
En primer lugar, y pese a haber tan sólo -según explica el
hombre- dos pacientes esperando, ella con cita para las doce
y la otra persona con cita para un cuarto de hora después,
no les atendieron hasta pasados unos 20 minutos después de
la hora a la que estaba citada, según explica la familia.
La paciente lamenta que el médico no hizo caso del informe,
al menos, en presencia de ella. La mujer le solicitó que
puesto que debía acudir a la revisión de su tratamiento sólo
una vez al año pero el boleto, “un P10”, para que el médico
de cabecera le diera su receta debía recogerlo cada tres
meses, le diese los documentos necesarios para todo el año.
El médico descartó esta solicitud, explicándole que debía
acudir a recoger el impreso conforme al tiempo estimado,
pese a que es “un medicamento que no financia la Seguridad
Social”. Finalmente, la usuaria salió de la consulta del
médico y se dieron cuenta al llegar a su casa de que la
receta estaba impresa a nombre de otra paciente.
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