Es uno de los lugares más típicos
dentro de la hostelería de Ceuta y aunque ya no es lo que
fue, su placa nos deja el recuerdo de una serie de personas
de Ceuta que, a diario, se reunían allí, pedían sus copas,
hablaban de la Ceuta del momento y vivían, en aquel lugar,
el día a día de la Ciudad.
En la tarde del pasado viernes, me encontré allí mismo,
junto a la famosa placa del rincón del Muralla, con Jesús
Cordero, un conocido y amigo de hace muchos años y que ahora
no vive en Ceuta, aunque cada vez que puede se da una vuelta
por la Ceuta de hoy.
Al estar donde estábamos, en una larga conversación, pasaron
por nuestros recuerdos una serie de personas que estuvieron,
pero muchas de ellas ya no están entre nosotros, y había
causado en mi amigo Jesús cierta extrañeza, tras haber visto
en un medio de la prensa local, que se decía que dos ex
concejales de Ceuta, Mizzian y José Luis Chaves darían
nombre a dos calles de nuestra ciudad.
Y no es que a Jesús Cordero le pareciera mal que estos dos
hombres que, en su día, tuvieron un puesto de
responsabilidad, figuren en el callejero ceutí, pero lo que
sí lamentaba era que, a estas horas, todavía no haya habido
una corporación que se hubiera dado cuenta de la labor que
Hernández Lobillo había llevado y había realizado por esta
ciudad.
Y es que mirándolo bien, Eduardo Hernández Lobillo, allá por
los años 70 y antes era uno de los ceutíes que destacaba, en
el ambiente de la joyería, por ejemplo, y jamás se
distinguió por ningún tipo de acción que pudiera dar una
mala imagen a la Ciudad, más bien todo lo contrario.
Reconozco que a mí, particularmente, no se me hubiera
ocurrido tal apreciación, pero tras la conversación con
Jesús Cordero creo que sería muy conveniente que la propia
corporación se tomara en serio esto y que el nombre del
ceutí Eduardo Hernández Lobillo figurara en alguna de
nuestras calles.
A partid de aquí, yo me voy a tomar en serio esto, pues si
bien es cierto que todos los alcaldes que figuran en el
callejero, figuran por méritos propios y que estos dos ex
concejales que se van a añadir a ahora, también, hicieron
méritos para ello, creo que no sería un desacierto que
hombres como Eduardo Hernández Lobillo estuvieran ahí, cosa
que diría algo para muchos de los ceutíes que le conocieron,
en su profesión o, simplemente, en la calle.
La cuestión de los nombres a las plazas y a las calles se
expone siempre a críticas de uno o de otro tipo, pero lo
cierto es que, tan interesante es que una localidad lleve el
nombre de quienes fueron sus habitantes, como que lleven el
nombre de los alrededores, de los productos que aporta, de
los oficios más sobresalientes o de todo lo que ha hecho
algo especial en esas ciudades.
Sinceramente, el tema que traigo hoy a colación no creo que
hubiera partido de mí, de no haber tenido la oportunidad de
encontrarme con alguien al que no veía desde hace ya varios
años, si no recuerdo mal.
Sea como sea, su ocurrencia bien merece una columna en un
medio de Ceuta, porque se trata de hacer un reconocimiento
público, a uno de los ceutíes que aportó aspectos positivos
y jamás algo que desprestigiara a Ceuta.
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