Y no pongo en tela de juicio que
la cabalgata de esta tarde tendrá los mismos atractivos, si
no más, que en años precedentes.
Sin embargo, el ambiente que se ha respirado, en esta
ocasión, hasta ahora, ha sido mucho más bajo que el que
habíamos visto en los años en los que la economía era más
fluida. Eso se nota a la legua.
Y como la crisis afecta a todos, parece que las ventas de
disfraces han disminuido tanto que se están quedando al 50%
de lo que se vendió en 2012.
Desde hace muchos años, Ceuta tenía un tirón muy especial
por los disfraces, tanto en los mayores como en los más
pequeños y los trajes infantiles han sido, siempre, los más
demandados, muy especialmente para las numerosas fiestas de
los colegios, como las del pasado jueves y ayer viernes.
Dicho sea de paso, todas esas fiestas, como las de hoy
mismo, aunque aparecen en la marca carnaval, se vienen dando
ya en plena cuaresma.
Me dicen y lo compruebo in situ que las tiendas de disfraces
también han notado y mucho esta crisis que nos está
afectando a todos, y que este año se les van a quedar, sin
haber podido vender, una gran parte de la mercancía que
habían adquirido. Hay tiendas que no se explican como pueden
estar vendiendo menos de la mitad de lo que vendieron, por
ejemplo, el último año.
El disfraz que se usa en Ceuta suele ser muy variopinto,
pero lo que más se vende es lo de los infantiles, así como
todo aquello que van a usar las chicas entre los 15, 16 años
y las de 25 a 30, con una particularidad de que éstas, por
lo general, suelen llevar un disfraz muy similar,
especialmente, cuando salen en grupo a divertirse.
Si se nota en la venta de disfraces, la crisis también se
debe notar en todas las demás facetas de Ceuta, aunque los
hoteles de la Ciudad, dentro de las limitaciones de cada
uno, así como otros muchos locales organizan sus propias
fiestas del Carnaval, con la misma ilusión que la
organizaron en tiempos mejores.
Y no quiero que se me pase algo que hemos detectado este año
porque la Ciudad lo ha tenido en cuenta, la falta de
alumbrado especial que habrá restado colorido, pero que ese
ahorro puede repercutir en beneficio de otras parcelas.
Si las máscaras iluminadas, este año, no han aparecido, es
posible que la caja de alguno de los acreedores lo
agradezca, al pagársele lo que no habría cobrado si las
lucecitas se hubieran puesto.
Y lo que es cierto que nadie puede poner en tela de juicio
es que, a lo largo de estos días, la gente sale a la calle y
cuando las calles están concurridas algunos de los
establecimientos pueden lograr una mayor clientela.
¿Y los mayores?, pues parece que, en estos días, se quitan
años de encima. Anoche hubo una gran fiesta en el Parador
Hotel La Muralla, con fiesta, baile y jolgorio para más de
300 mayores que aparecieron disfrazados de “casi” todo y que
se lo pasaron a lo grande.
Desde luego, una forma de olvidarse, por unas horas, de la
crisis, una forma más de recordar sus años mozos y una
tarde-noche de auténtica fiesta.
Nunca fui carnavalero, posiblemente, porque en mis años
jóvenes, allá por nuestras tierras castellanas el carnaval
no contaba mucho, pero no dejo de reconocer que es una
fiesta de las que divierten, de verdad, a los niños y a los
que ya no lo son.
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